En 1387, cuando comenzó el reinado de los Reyes Católicos, Juan I de Castilla era el rey de España. Se había casado con su prima Beatriz de Portugal y había gobernado desde 1379. Juan I era el hijo del rey Pedro I de Castilla, también conocido como "el Cruel".
En 1387 España estaba formada por varios reinos independientes, cada uno con su propio rey. Estos reinos incluían Castilla, León, Navarra, Aragón, Valencia, Galicia y otros. Estos reinos estaban unidos bajo un único gobierno, pero cada uno tenía sus propias leyes y costumbres.
Durante el reinado de Juan I, los reinos de Castilla y León se unieron bajo un mismo gobierno, y algunos de los otros reinos comenzaron a unirse también. Esto llevó a la unión de los reinos de España y el comienzo del Reino de España en 1469. Esta unión fue liderada por los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón.
Juan I de Castilla falleció en 1390, dejando a su hijo Enrique III como rey de España. Enrique III gobernó hasta 1406, cuando fue reemplazado por su hijo, Juan II de Castilla. Juan II gobernó hasta 1454, cuando fue reemplazado por su hijo Enrique IV de Castilla, quien gobernó hasta 1474.
En 1474, Isabel de Castilla heredó el trono de España de su hermano Enrique IV y comenzó a compartir el trono con su marido Fernando de Aragón. Con la unión de los reinos de Castilla y Aragón, los Reyes Católicos comenzaron a gobernar España juntos. Esta unión fue conocida como el Reino de España y duró hasta el siglo XIX.
Castilla fue uno de los reinos más importantes de la Península Ibérica durante los siglos XV y XVI. Fue uno de los reinos más poderosos de la época y dejó una huella profunda en la cultura, la economía y la historia de España. El último rey de Castilla fue Carlos I, también conocido como Carlos V de Alemania. Él abdicó al trono de Castilla en 1556, aunque seguía siendo el Rey de España, el ducado de Milán y el Sacro Imperio Romano Germánico.
Carlos I fue el quinto hijo del Rey Fernando y de Isabel, quienes gobernaron Castilla a partir de 1474. La época de Carlos I fue una de las más exitosas de la historia de Castilla. Durante su reinado, el reino se expandió y se convirtió en el centro de la política europea. Carlos I también se enfrentó a varias rebeliones, como la de los comuneros que se oponían a la corona.
En 1555, Carlos I decidió abdicar el trono de Castilla y dejar el poder a su hijo Felipe II. Felipe II, el hijo de Carlos I, fue el último rey de Castilla. Fue uno de los monarcas más poderosos de la era moderna y gobernó con un firme liderazgo. Durante su reinado, el reino se expandió aún más y se convirtió en el centro del poder europeo.
Felipe II reinó hasta 1598. Después de su muerte, los territorios de Castilla se unieron al Reino de Aragón para formar el Reino de España. Felipe II fue el último rey de Castilla y el primero de España. Su reinado marcó una nueva era para el país y su legado aún se siente hoy en día en España.
El rey Pedro de Barcelona, también conocido como Pedro I, fue un miembro de la dinastía de los reyes de Aragón. Era hijo de Jaime I, el conquistador de Valencia y de la reina Constanza de Sicilia. Pedro ascendió al trono el año 1276, después de la muerte de su padre. Su reinado fue muy importante en la historia de los reinos ibéricos, ya que estableció una alianza con el rey de Castilla, Alfonso X, que permitió a los dos reinos expandir su poder y hacer frente a los desafíos de los musulmanes que aún controlaban partes de la Península Ibérica.
Durante su reinado, Pedro aumentó el poder de la Corona de Aragón, fortaleció el ejército y la flota naval, y estableció una alianza con otros reinos cristianos de la región. También se destacó por el fomento de la cultura y el desarrollo de la economía. Por ejemplo, Pedro promovió la creación de la Universidad de Valencia y la construcción de numerosos edificios, como el Monasterio de Poblet y la Catedral de Barcelona.
Pedro fue uno de los más importantes monarcas de la Corona de Aragón. Fue un gobernante justo y un estratega militar astuto. Se le recuerda por su gestión de la alianza con Castilla, sus victorias militares y por su importante legado cultural. Murió en el año 1317, dejando una marca significativa sobre la historia de la región.
La pupila del rey es una figura histórica cuyo origen se remonta a la época medieval. La pupila era una mujer joven que había sido designada por el rey para ocupar una posición especial y tutelar sus intereses. Esta posición se basaba en una relación de confianza entre el monarca y la pupila, ya que en los tiempos antiguos, el rey no tenía un sistema de gobierno establecido. Esta relación era muy próxima, ya que la pupila se convertía en una especie de consejera personal para el rey.
La pupila era considerada como una figura importante en la corte, ya que el rey podía confiar en ella para obtener consejos y asesoramiento. La pupila también tenía la responsabilidad de proteger los intereses del rey y velar por su bienestar. Esta figura se asociaba generalmente con la nobleza, por lo que solía ser una mujer de elevada posición social.
A lo largo de los siglos, la pupila del rey jugó un papel importante en la política europea. A veces, se usaba como una herramienta para establecer alianzas entre los diferentes países. Los monarcas usaban a la pupila como una forma de establecer lazos con sus aliados y, así, asegurar la paz y la estabilidad en la región.
En la actualidad, la pupila del rey ya no existe, pero sigue siendo una figura histórica interesante que nos recuerda la importancia de la confianza y la lealtad entre los monarcas y sus consejeros. Esta figura nos recuerda el valor de la amistad y la lealtad entre los líderes y sus súbditos.
Pedro I fue el primer Rey de Portugal y el Algarve de 1357 a 1367. Fue coronado como el Rey de Portugal en 1357 por el Papa Inocencio VI, después de haber conseguido el trono portugués tras la Guerra de Sucesión. Fue el hijo de Afonso IV de Portugal y de Beatriz de Castilla.
Durante su reinado, Pedro I luchó contra los musulmanes, ampliando los territorios portugueses. También creó una serie de leyes y mejoró el comercio internacional, lo que le hizo uno de los reyes más importantes en la historia de Portugal.
Sucedió a Pedro I su hijo Fernando I en 1367, quien se hizo cargo del trono portugués hasta su muerte en 1383. Fernando I fue uno de los mejores reyes de la Casa de Aviz, conocido por su lucha contra los musulmanes. Durante su reinado, Fernando I se casó con Leonor Teles, una mujer muy influyente en la política portuguesa. También luchó contra Castilla, aunque no logró recuperar los territorios perdidos a causa de la Guerra de Sucesión.
Después de la muerte de Fernando I, Juan I sucedió al trono portugués. Juan I fue uno de los más grandes reyes de la Casa de Aviz, acreditado con la unificación de Portugal y la creación de la moderna monarquía portuguesa. Durante su reinado, Juan I derrotó a los musulmanes en varias batallas, y también desarrolló el comercio marítimo con el resto del mundo. También se casó con Filipa de Lancaster, hija de Juan de Gante.
Juan I llegó a ser uno de los reyes más poderosos de Europa, y su reinado marcó el comienzo de un nuevo período de la historia de Portugal. Finalmente, murió en 1433 y fue sucedido por su hijo, Duarte I.