El Gobierno Provisorio de 1931 fue un gobierno formado el 14 de abril de 1931 durante la II República Española. Esta formación política se consolidó tras la abdicación del rey Alfonso XIII y la proclamación de la Segunda República Española. Fue presidido por el General Niceto Alcalá-Zamora y los ministros se dividieron entre republicanos de izquierda y centro.
La función del gobierno provisional fue la de iniciar el proceso de transición hacia la II República. Se ocupó de la creación de una nueva Constitución, la reforma de la educación, la reforma agraria y la reforma laboral. Durante su estancia, el gobierno provisional logró el establecimiento de la libertad de prensa, el sufragio universal, el divorcio y la separación de la Iglesia y el Estado.
El Gobierno Provisional estuvo en el poder entre el 14 de abril de 1931 y el 10 de diciembre de 1933. Después de dos años en el gobierno provisional, Niceto Alcalá-Zamora fue destituido por el presidente de la República, Manuel Azaña. El gobierno provisional fue reemplazado por Manuel Portela Valladares.
Durante el periodo de 1931 a 1933, el gobierno de España fue presidido por Manuel Azaña, quien fue líder del Partido Republicano Radical. Antes de eso, Azaña había sido presidente del gobierno en un periodo anterior de 1936 a 1939, durante la Segunda República Española. Durante su presidencia, Azaña se enfocó en la modernización del país, ya que España fue uno de los países más atrasados en Europa durante la Primera Guerra Mundial. Esto incluyó la implementación de reformas sociales, económicas y políticas. Además, también trató de mejorar las relaciones internacionales con otros países.
Durante su gobierno, Azaña también abogó por una mayor libertad de expresión, lo que llevó a la creación de numerosos periódicos y revistas. Esto permitió a la población española tener una mayor comprensión de los acontecimientos nacionales e internacionales. También se estableció un sistema de educación mejorado que ayudó a aumentar el nivel educativo de la población. Además, durante su gobierno, se implementaron numerosas reformas para mejorar la situación de los trabajadores, como la reducción de la jornada laboral de ocho a seis horas.
Aunque su gobierno fue corto, Manuel Azaña fue un líder efectivo que ayudó a España a comenzar su camino hacia la modernidad. Durante su periodo, el país vio una mayor libertad y progreso económico, así como una mejora en el nivel de vida de sus habitantes. Su gobierno fue un paso importante hacia el futuro de España.
En el año 1868, tras el Golpe de Estado de Espartero, el rey Isabel II fue destronada y se instauró un Gobierno Provisional para gobernar España hasta que se celebrasen elecciones. En este periodo, el Gobierno Provisional fue presidido por Francisco Serrano, quien había sido nombrado anteriormente por Isabel II como Capitán General de Cataluña. Serrano fue el encargado de llevar a cabo las reformas políticas y sociales necesarias para establecer la Monarquía Constitucional en España.
Durante su mandato, Serrano tuvo que enfrentarse a muchos problemas, entre los que destacan la represión de la Primera República Española en 1873, el Levantamiento de la Mancomunidad en 1874 y la guerra civil de 1875. Durante su mandato, Serrano desarrolló numerosos proyectos de reforma, entre los que destacan la creación de una Constitución Española y la abolición de la Ley de Desamortización. Además, Serrano fue el encargado de reorganizar el Ejército Español y de establecer un sistema de gobierno centralizado.
Finalmente, tras varios años de mandato, Serrano fue reemplazado por Amadeo I en el año 1873, quien fue el primero en ser elegido por el pueblo español para ser el Rey de España tras la instauración de la Constitución. Serrano fue recordado como uno de los líderes más importantes de la España Liberal del siglo XIX, y sus reformas políticas y sociales ayudaron a modernizar el país y a establecer los cimientos de la Monarquía Constitucional española.
En 1931, el gobierno de la República Española estaba en manos de Miguel Primo de Rivera, quien llegó al poder tras un golpe de Estado en 1923. Durante su mandato, Primo de Rivera intentó modernizar el país y mejorar la economía. Esto incluía la construcción de carreteras, el desarrollo de las comunicaciones y el impulso a la industria. Estas medidas provocaron el descontento entre los trabajadores y la población en general.
Primo de Rivera dimitió en 1930 y fue sustituido por una junta de gobierno presidida por Niceto Alcalá-Zamora. La junta no logró desarrollar una estrategia eficaz para afrontar la crisis económica y política, de modo que Alcalá-Zamora fue derrocado en 1931 por la dictadura de Berenguer. Berenguer gobernó con el apoyo de los militares y los conservadores, y sus políticas provocaron el descontento generalizado entre la población.
En 1931, el gobierno español estaba en manos de Berenguer, quien había llegado al poder tras derrocar a la junta de gobierno. Sin embargo, su gobierno fue muy impopular y fue derrocado en 1933 por el gobierno provisional de Alejandro Lerroux. Lerroux gobernó hasta 1936, cuando fue derrocado por el golpe militar que inició la Guerra Civil Española.
Durante la década de los años treinta, entre 1931 y 1936, el jefe de Estado en España fue el General Miguel Primo de Rivera. Nacido en 1870, fue el hijo de un militar y fue formado en la Escuela de Infantería de Toledo. Se desempeñó como militar en distintos puestos hasta llegar al grado de general.
Su mandato se caracterizó por un estilo autoritario y censuró muchas libertades y derechos de los ciudadanos, lo que provocó una gran descontento en la población. A pesar de ello, también impulsó grandes obras públicas y mejoró muchos servicios, como el ferrocarril, la sanidad, y la enseñanza.
En 1930 fue nombrado dictador por el rey Alfonso XIII y mantuvo el cargo hasta que renunció en 1931. Durante su novedoso gobierno, Primo de Rivera estableció una monarquía constitucional, pero al no ser aceptada por el rey, éste decidió exiliarse y terminar oficialmente la Dinastía de los Borbones.