Enrique IV de Castilla fue asesinado el 11 de diciembre de 1474 por el exaltado conde de Benavente, don Álvaro de Luna. Este asesinato marcó el comienzo del reinado de su hija Isabel I de Castilla, marcando el fin de la Guerra de Sucesión Castellana.
Enrique IV de Castilla ascendió al trono en 1454, luego de la muerte de su padre Juan II de Castilla. Durante su reinado, fue conocido como "El Impotente". Se dice que su incapacidad para gobernar fue una principal razón para la Guerra de Sucesión Castellana.
En 1464 Álvaro de Luna fue nombrado canciller y primer ministro de Enrique IV. Desde entonces, fue una figura de gran influencia en la vida de la nación. El asesinato de Enrique IV fue planeado por el conde de Benavente para tomar el control de la nación.
El conde de Benavente había reclutado a un grupo de soldados para asesinar al rey, pero estos huyeron al descubrir el plan. Por lo tanto, el conde tuvo que hacer el trabajo él mismo, utilizando sus propias armas.
El asesinato de Enrique IV marcó el final de la Guerra de Sucesión Castellana y el comienzo de un nuevo reinado, el de Isabel I de Castilla. Esto marcó un nuevo comienzo para la nación, que más tarde se convertiría en el poderoso Imperio Español.
Enrique IV de Castilla, también conocido como Enrique el Impotente, fue el rey de Castilla desde 1454 hasta su muerte en 1474. Durante su reinado, el país experimentó una gran estabilidad política, pero también una profunda división social y religiosa. A finales de 1474, Enrique IV murió bajo circunstancias misteriosas. La versión más comúnmente aceptada es que fue envenenado por su hermanastra y prima, Juana la Beltraneja, con la ayuda de su dama de honor, Beatriz de Bobadilla. Juana la Beltraneja era una aspirante al trono de Castilla y, a pesar de que no era una candidata legítima al trono, contaba con el apoyo de algunos nobles. Beatriz de Bobadilla fue una fiel seguidora de Juana y participó en el complot para envenenar a Enrique IV.
Aunque la autoría del envenenamiento nunca se ha podido probar con certeza, la muerte de Enrique IV fue uno de los acontecimientos más importantes de la época. Esto llevó a Juana la Beltraneja a ser coronada como reina de Castilla, aunque esta situación no duró mucho. Finalmente, fue derrocada por la reina Isabel I de Castilla, también conocida como Isabel la Católica. Esto fue uno de los principales factores que contribuyeron a la unificación de Castilla y a la posterior creación de España.
Enrique IV, mejor conocido como el Impotente, fue el rey de Castilla entre 1454 y 1474. Su muerte se produjo el 11 de diciembre de 1474, a los 41 años de edad. Se desconoce con exactitud cómo murió. Algunas versiones hablan de que Enrique IV murió en La Mota, una fortaleza cercana a Medina del Campo. La causa oficial de su muerte fue la fiebre maligna, pero hay muchas teorías que señalan que fue envenenado por su hermanastra, Juana La Beltraneja. Enrique IV fue un rey que tuvo una turbulenta vida. Estaba casado con Juana de Portugal, con la que tuvo tres hijos. Sin embargo, no se reconocía como rey y su hermanastra, Juana La Beltraneja, era la que se autoproclamaba heredera de Castilla. Esto provocó una guerra civil entre los partidarios de Juana y los de Enrique. A pesar de la controversia que rodeó su muerte, fue enterrado en el Monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas de Burgos. Hoy en día, se le considera uno de los grandes reyes de la historia de Castilla.
Alfonso de Castilla, conocido como Alfonso X el Sabio, nació en 1221 y fue rey de Castilla y León desde 1252 hasta su muerte en 1284. Fue el mayor promotor de la cultura española del siglo XIII y su reino se convirtió en un centro de cultura y ciencia española. Su reinado se caracterizó por una gran cantidad de reformas, entre ellas el impulso de la cultura clásica y la creación de una imprenta que permitió la difusión de la cultura a través de la escritura. Sin embargo, su reinado también fue marcado por la lucha por el poder, la rivalidad con el reino de Aragón y sus conflitos con los nobles de Castilla.
En 1282, Alfonso de Castilla fue envenenado por una de sus mujeres de confianza. La persona responsable de su muerte no ha sido identificada con certeza, pero hay muchas teorías. Una de las teorías más populares es que su hija, la infanta Constanza de Castilla, fue la responsable del envenenamiento. Otra teoría señala al rey de Aragón, Jaime I el Conquistador, como el responsable. Sin embargo, no hay pruebas que respalden estas teorías y el misterio de la muerte de Alfonso X el Sabio sigue sin resolverse.
A pesar de las especulaciones, el asesinato de Alfonso de Castilla sigue siendo un misterio sin resolver. La muerte de Alfonso X el Sabio fue una tragedia para el reino de Castilla y León y una pérdida para la cultura española. Su muerte marcó el fin de una era y la llegada de una nueva.
Enrique VIII fue un monarca inglés que governó entre los años 1509 y 1547. Durante su reinado, tuvo seis esposas, de las cuales dos fueron ejecutadas, y así se ganó el sobrenombre de 'enemigo de las mujeres'. En enero de 1547, Enrique VIII sufrió una grave enfermedad que duró varios meses. Fue tratado por varios médicos, sin embargo, su salud se deterioró cada vez más. El 28 de enero de 1547, Enrique VIII falleció en el palacio de Whitehall de Londres. Se dice que en sus últimas horas se arrepintió de sus pecados. La causa oficial de su muerte fue una infección de la vejiga, que se puede asociar con una enfermedad venérea, pero nunca se ha podido confirmar. La noticia de su muerte se recibió con entusiasmo en Inglaterra, ya que había gobernado con mano dura y había hecho muchas enemistades durante su reinado.
Su hijo, Eduardo VI, fue coronado el 20 de febrero de ese año. El cuerpo de Enrique VIII fue enterrado en la Abadía de San Jorge en Windsor. Se dice que fue uno de los funerales más caros de la época, con una procesión de dos horas de duración. Muchas personas acudieron al funeral para mostrar su respeto a un monarca que fue una figura importante en la historia inglesa.
Enrique VIII fue un monarca controvertido. Fue un gran defensor de la religión católica, pero también fue responsable de la separación de la Iglesia de Inglaterra de Roma. Su gobierno fue autoritario y militarista, y su reputación fue marcada por la ejecución de dos de sus esposas. El 28 de enero de 1547, Enrique VIII murió en el palacio de Whitehall, después de gobernar Inglaterra durante casi cuarenta años.