En 1605, España estaba gobernada por Felipe III, quien era el hijo de Felipe II. Este era el tercer rey de la dinastía española de los Habsburgo, que comenzó con Carlos I, también conocido como Carlos V, en 1516. Durante la época de Felipe III, España se mantiene como una de las principales potencias europeas. El rey logró mantener la unidad de la monarquía, a pesar de algunas dificultades internas. Felipe III también se enfrentó a una serie de desafíos externos, como la Guerra de los Ochenta Años en los Países Bajos. El rey también se involucró en la política internacional, formando alianzas con otros países europeos para asegurar la seguridad de la monarquía española. Felipe III tuvo una serie de conflictos con la Iglesia Católica, principalmente debido a su deseo de limitar el poder de la Iglesia. En 1605, él también intentó limitar el poder de los nobles, aunque esto resultó en poca resistencia. En general, Felipe III gobernó España con firmeza durante su reinado, aunque el reinado de su hijo, Felipe IV, fue el que verdaderamente estableció la monarquía española. Aun así, durante su gobierno, Felipe III se ganó el respeto de sus súbditos y logró mantener la unidad de la monarquía.
En el año 1600, España estaba bajo el reinado de Felipe III, quien era el hijo de Felipe II y el tercero de los monarcas de la Casa de Habsburgo, que gobernó el país desde 1598 hasta 1621. Durante este periodo, España estaba en la cúspide de su poderío, con un imperio que abarcaba los territorios americanos, así como los actuales Países Bajos, partes de Italia y la mayoría de los territorios de América del Sur.
Bajo el mandato de Felipe III, España se enfrentó a una serie de desafíos, incluyendo la Guerra de los Ocho Años contra los Países Bajos, la Guerra de la Liga Católica contra Francia, y la Guerra de Sucesión de España. Estas guerras tuvieron un gran costo económico y humano para el país, y dieron lugar a una profunda crisis financiera que afectó al gobierno de Felipe III.
Durante este periodo, Felipe III fue asesorado por su valido, el Conde-Duque de Olivares, quien gozaba de un gran poder en el gobierno. La política de Olivares se centró en el fortalecimiento de la autoridad real y en la recaudación de impuestos para financiar las guerras. Esta política fue principalmente criticada por la nobleza, que se vio afectada por la carga financiera.
En el campo de la cultura, el reinado de Felipe III se caracterizó por el nacimiento del Barroco español, un movimiento artístico que se caracterizó por la exuberancia y la grandiosidad de sus obras. En el campo de la literatura, destacaron figuras como Lope de Vega, Tirso de Molina y Quevedo, entre otros.
Al final del reinado de Felipe III, España había sufrido una gran crisis económica y social, debido al gran costo de sus guerras. Esto dio lugar a un periodo de decadencia y caos político, que no se resolvería hasta el comienzo del reinado de Felipe IV, el sucesor de Felipe III.
En el siglo XVIII, uno de los reyes españoles, Carlos IV, fue el último monarca que tuvo el control sobre Portugal. El reinado de Carlos IV comenzó en 1788, el mismo año que el Reino de Portugal se independizó. Durante su gobierno, Portugal estuvo a cargo de los españoles durante varios años, pero en 1807, los ejércitos franceses invadieron el país con el objetivo de colocar a uno de los hermanos de Napoleón, José I, en el trono portugués. Esto hizo que Carlos IV se viera obligado a retirarse, y a partir de entonces, Portugal se convirtió en una monarquía constitucional. Tras esto, Carlos IV abdicó en 1808, dejando el trono a su hijo Fernando VII.
Después de que los portugueses declararon su independencia, Carlos IV perdió el control sobre el país, aunque en un principio los españoles intentaron recuperar el control sobre el país. Sin embargo, las fuerzas francesas lograron imponerse y los españoles tuvieron que ceder. El hecho de que los portugueses lograran su independencia fue un gran éxito para la nación portuguesa y una gran pérdida para los españoles, pues una vez más se vieron obligados a ceder un territorio.
Después de la pérdida de Portugal, los españoles no lograron recuperar el control sobre el país, aunque en los años posteriores intentaron de varias maneras recuperar su dominio. A pesar de esto, los portugueses se mantuvieron firmes y lograron mantener su independencia, convirtiéndose en una de las naciones más antiguas de Europa.
El año 1640 fue un año extremadamente importante en la historia de muchas partes del mundo, desde Europa hasta América Latina. En Inglaterra, el año 1640 fue testigo del comienzo de la Revolución Inglesa, que puso fin al gobierno monárquico absoluto de Carlos I y estableció la monarquía constitucional. El año 1640 también fue un año de cambio en Europa continental, ya que varios países estaban en medio de guerras de religión. Por ejemplo, el Tratado de Westfalia, firmado en 1648, puso fin a las guerras entre los católicos y los protestantes. Para América Latina, el año 1640 fue un año de cambios políticos y sociales. Por ejemplo, el Virreinato del Perú fue creado en este año, lo que dio inicio a una etapa de colonización española en el continente. En México, la ciudad de México fue establecida como la capital del Virreinato de Nueva España. También en este año se fundaron varias ciudades en Argentina, como Buenos Aires y Córdoba, que se convertirían en importantes centros económicos y políticos. Por último, el año 1640 marcó el comienzo de la revolución brasileña, que estableció el primer gobierno republicano en el país.
Es difícil determinar con exactitud cual ha sido el rey más poderoso de la historia, ya que depende de varios factores, como el alcance geográfico, la cantidad de territorio controlado y el impacto que tuvo en el mundo. Sin embargo, existen algunos soberanos destacados que han dejado su huella a lo largo de la historia. Uno de los reyes más poderosos fue el faraón egipcio Ramsés II, que gobernó durante un período de 66 años (1279 a 1213 a.C.), durante el Imperio Nuevo. Ramsés controló una vasta extensión de territorio desde la costa mediterránea hasta el sur de Nubia. Su gobierno fue uno de los más largos de la historia y se destacó por su grandiosidad y su influencia en la región. Otro soberano poderoso fue el emperador bizantino Justiniano I. Gobernó durante un período de 38 años desde 527 a 565 d.C., expandiendo el territorio de su imperio hasta la India. En su gobierno se consolidó la cultura bizantina, se produjeron grandes obras arquitectónicas y se llevaron a cabo reformas judiciales. Por último, no se puede dejar de lado al rey Luis XIV de Francia, conocido como el Rey Sol. Gobernó durante 72 años desde 1643 hasta 1715. Durante su reinado, Francia se convirtió en una de las mayores potencias europeas, con una influencia económica y política significativa en el continente.