La guerra franco holandesa tuvo lugar entre 1672 y 1678. Se enfrentaron los territorios de la Francia de Luis XIV, liderados por uno de los más importantes generales de la época, el conde de Turenne, y el Estado de los Países Bajos, liderado por el gran capitán, el príncipe Guillermo de Orange. La contienda fue muy dura, con muchas batallas y sucesos, pero al final, los Países Bajos lograron salir victoriosos, imponiendo una de las primeras derrotas militares de Luis XIV.
Los Países Bajos habían conseguido una alianza con Inglaterra, España y Brandenburgo, mientras que la Francia contaba con la ayuda de Baviera, Holstein, Suecia y el Sacro Imperio Romano Germánico. La batalla decisiva se libró el 14 de junio de 1673, cuando el ejército francés sufrió una derrota en la ciudad de Maastricht, lo que provocó la pérdida de importantes territorios y la firma del Tratado de Nimega.
A partir de entonces, los Países Bajos se consolidaron como una potencia europea capaz de resistir los intentos de expansión de Francia. El Tratado de Nimega estableció la supremacía holandesa sobre el Mar del Norte, el establecimiento de una línea fronteriza entre los dos países y la restitución de los territorios conquistados por Francia. Esta guerra marcó un punto de inflexión en la historia de Europa, pues Francia sufrió su primera derrota militar y los Países Bajos se convirtieron en la primera potencia europea.