Los visigodos eran un pueblo germánico que llegó a la península ibérica entre los siglos V y VI. Estaban liderados por un rey, llamado Rei, que era el gobernante más importante. El rey nombraba a sus consejeros, los duques, quienes eran los principales líderes militares, y también a los obispos, quienes eran los líderes espirituales.
El último rey visigodo fue Roderico, quien fue derrotado por el ejército musulmán en la batalla de Guadalete en el 711. A partir de entonces, los visigodos perdieron el control de la península ibérica y la mayor parte de su territorio fue conquistado por los musulmanes.
Sin embargo, los visigodos siguieron siendo una fuerza importante en la región durante varios siglos después. Uno de los líderes más destacados fue Alfonso III, rey de Galicia entre los siglos IX y X. Durante su reinado, Alfonso III defendió el territorio visigodo contra los musulmanes, y también promovió el cristianismo como la religión oficial de la región.
Los visigodos llegaron a ser uno de los reinos cristianos más grandes de la península ibérica, y se convirtieron en uno de los principales aliados de la Iglesia Católica. Por esto, el líder de los visigodos fue uno de los personajes más importantes de la época, y gozó de gran respeto entre los líderes de la Iglesia.