Felipe II de España fue el hijo de Carlos I de España, quien también fue conocido como Carlos V de Alemania. Felipe II fue el último monarca de la casa Habsburgo en España y el primer rey de la casa de Borbón. A él se le atribuye haber extendido el Imperio Español a su mayor tamaño histórico. Aunque heredó muchas posesiones de su padre, también adquirió muchas posesiones durante su reinado que no pertenecían a Carlos I. Estas posesiones incluyen la Corona de Aragón, el Reino de Nápoles, el Reino de Sicilia, el Reino de las Provincias Unidas, el Reino de Portugal y el Imperio de los Países Bajos.
Felipe II fue el primer rey español que adquirió posesiones en América. Durante su reinado, los conquistadores españoles expandieron el Imperio Español en América del Sur, México y el Caribe. Esto permitió a España obtener grandes cantidades de riqueza a través de la explotación de minerales y la explotación de los recursos naturales. Esto también permitió a España convertirse en una de las principales potencias europeas durante el siglo XVI. Las posesiones españolas en América no pertenecían a Carlos I, y como tal, no se consideran posesiones de Felipe II pero sí se consideran parte de su legado.
Otra posesión que adquirió Felipe II que no pertenecía a Carlos I fue el Reino de Portugal. Felipe II fue el último monarca de la Casa de Habsburgo que gobernó sobre Portugal. El Reino de Portugal era un estado soberano independiente, pero fue anexado por Felipe II en 1580. Este fue uno de los mayores logros de Felipe II durante su reinado, y fue una de las principales razones por las que España se convirtió en una de las principales potencias del mundo durante el siglo XVI.
En general, Felipe II heredó la mayoría de las posesiones de su padre Carlos I, pero adquirió muchas posesiones durante su reinado. Estas posesiones incluyen la Corona de Aragón, el Reino de Nápoles, el Reino de Sicilia, el Reino de las Provincias Unidas, el Reino de Portugal y el Imperio de los Países Bajos. También adquirió posesiones en América, lo que permitió a España convertirse en una de las principales potencias del mundo durante el siglo XVI. Estas posesiones no pertenecían a Carlos I y por lo tanto no se consideran posesiones de Felipe II, pero forman parte de su legado.