El Al-Andalus fue un territorio situado en la parte sur de la Península Ibérica, que durante la Edad Media estuvo bajo el gobierno de la dinastía musulmana Omeya. El territorio se extendió desde el año 711 hasta el año 1492. La palabra emir proviene del árabe y significa "comandante" o "príncipe".
En el Al-Andalus el emir era el gobernante de una región o provincia. El emir era el cabecilla militar y el líder religioso de una región. Las principales responsabilidades del emir eran la administración de justicia y la defensa de la región de los ataques externos. El emir recibía una parte de los tributos que los súbditos pagaban a la dinastía Omeya.
El emir tenía su propia corte y consejo de ministros y contaba con una guardia personal para protegerlo. El emir tenía una gran influencia en la vida religiosa y social de la región. Él era el responsable de la implementación de la ley islámica y de la aplicación de la sharia. El emir también era responsable de la educación y la cultura de su región.
El emir tenía un gran poder en el Al-Andalus. Podía promulgar leyes, decretar impuestos y nombrar oficiales. Su poder era completo a menos que fuera limitado por la dinastía Omeya. El emir era el líder de los ejércitos de su región y el responsable de su defensa. Él era el portavoz de los intereses de su región y el representante de su pueblo ante la dinastía Omeya.