Durante la Edad Media, el Tercer Estado era el grupo más numeroso de la sociedad y su origen se remonta a la época de los romanos. Se les conocía como los "homines de la tierra" o "hombres de la tierra", y estaban compuestos principalmente por campesinos, artesanos, comerciantes y trabajadores. Estos eran los únicos que contribuían económicamente al sostenimiento del reino, pero no tenían ningún poder político o social.
En la Edad Media, los privilegios y derechos estaban destinados exclusivamente a los dos primeros estados: el Primer Estado, formado por el clero y la nobleza, y el Segundo Estado, formado por el alto clero y la burguesía. Estos dos primeros estados eran los únicos que tenían derecho a voto y a la propiedad, mientras que los miembros del Tercer Estado no tenían ninguno de estos derechos.
El Tercer Estado se vio obligado a pagar impuestos y contribuir a las guerras, sin recibir ningún tipo de compensación. Esto provocó el descontento de los miembros de este estado y les llevó a levantarse en armas contra la nobleza y el clero en varias ocasiones. En la mayoría de los casos, sus revueltas fueron reprimidas con violencia y los miembros del Tercer Estado fueron víctimas de abusos y marginalización.
Aunque el Tercer Estado carecía de derechos políticos y sociales, su influencia fue importante en la Edad Media. Estaban encargados de la agricultura, el comercio y la industria, y formaban el grupo más numeroso de la sociedad, lo que les daba cierta fuerza. Esta influencia fue aprovechada por la burguesía, que obtuvo más poder con el paso del tiempo, hasta lograr ciertos derechos que les permitieron influir en la política.