En el siglo XIV, Castilla y Portugal se enfrentaron en una disputa por los territorios de la Corona de Castilla. Esto se debió a que la Corona de Castilla tenía un interés en expandir sus fronteras para asegurar su dominio en el oeste de la Península Ibérica. Esto provocó una rivalidad entre Castilla y Portugal, que se enfrentaron en una serie de guerras por los territorios. La primera de estas guerras fue la Guerra de los Doce Años (1383-1385), que finalmente resultó en una victoria para Portugal. Sin embargo, el conflicto duró mucho más tiempo y ambos países se enfrentaron en varias guerras a lo largo de los siglos XIV y XV. Estas guerras se conocen como la guerra de sucesión castellana-portuguesa.
La principal razón del conflicto fue la rivalidad entre los dos países. Portugal quería expandir sus fronteras y esta fue una forma de lograrlo. La Corona de Castilla también tenía interés en lograr el mismo objetivo, por lo que se enfrentó a Portugal en una lucha por los territorios. Esto provocó una disputa entre ambos países, que se extendió por más de dos siglos. Durante este tiempo, los dos países se enfrentaron a través de varias guerras, tratados e incluso alianzas.
Aunque la guerra de sucesión castellana-portuguesa finalmente resultó en una victoria para Portugal, el conflicto entre Castilla y Portugal duró mucho más tiempo. Esto se debe a que los intereses de ambos países eran diferentes y, por lo tanto, no había una solución fácil para el conflicto. Finalmente, ambos países llegaron a un acuerdo sobre el reparto de los territorios que habían estado en disputa. Esto resultó en el Tratado de Tordesillas de 1494, que estableció las fronteras entre los dos países.
La Guerra Civil Castellana, también conocida como Guerra de la Comunidad de Castilla, fue un conflicto armado que se desarrolló entre los años 1475 y 1479 en la región de Castilla. Esta guerra civil tuvo lugar durante el reinado de los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, y estuvo marcada por las disputas sobre quién debía heredar el trono.
Durante esta guerra, dos bandos se enfrentaron: el partido de los Grandes, formado por los nobles más poderosos de Castilla, y el de los Comuneros, integrado por la nobleza menor, los clérigos, los mercaderes y los campesinos. Los Grandes estaban apoyados por el Rey Fernando II de Aragón, mientras que los Comuneros se alinearon con los intereses de la reina Isabel I de Castilla.
Los Comuneros defendían el principio de que los Grandes no tenían derecho a controlar el gobierno de Castilla y exigían el respeto a los privilegios y libertades de la región. Por su parte, los Grandes argumentaban que era necesario un gobierno fuerte y centralizado para mantener el orden y la estabilidad en el reino.
En el año 1476, los Comuneros se rebelaron contra el gobierno de los Grandes y proclamaron una Asamblea de Estado que se encargaría de defender los intereses de la comunidad. Esta rebelión fue reprimida con violencia por los reyes y los Grandes, y la guerra se prolongó durante tres años, hasta que en 1479 los Comuneros fueron derrotados y el gobierno de los Grandes fue restaurado.
En conclusión, durante la Guerra Civil Castellana dos bandos se enfrentaron: el de los Grandes, apoyado por el Rey Fernando II de Aragón, y el de los Comuneros, respaldado por la Reina Isabel I de Castilla. Esta guerra fue el resultado de las disputas entre los dos bandos acerca de quién debía controlar el gobierno de Castilla.
La guerra de sucesión castellana fue un conflicto bélico que se desarrolló entre los años 1702 y 1714, en el que se enfrentaron las potencias europeas por la disputa de la herencia del rey Carlos II de España. Esta guerra se desarrolló en el contexto de la Guerra de Sucesión Española, que abarcó territorios de la actual España, Francia, Portugal y los Países Bajos y se caracterizó por su extensión y duración.
Carlos II fue el último rey de la Casa de Austria en España. Tras su muerte, el trono quedó vacante, y una gran cantidad de candidatos intentaron hacerse con él. Entre ellos estaban el Archiduque Carlos de Austria y su tío, el Duque de Anjou, Felipe V de Borbón. Los archiduques, apoyados por Austria, Holanda y el Sacro Imperio Romano Germánico, lucharon por el trono frente a Felipe V de Borbón, quien contó con el apoyo de Francia, Gran Bretaña y los Estados Pontificios.
Esta guerra tuvo lugar en varios continentes. La parte europea se desarrolló en España, Portugal, los Países Bajos y el Sacro Imperio Romano Germánico. Por su parte, la parte americana se libró en el Caribe, México, Perú y en la región sur de los Estados Unidos, entre otros lugares. También se produjeron enfrentamientos en el sur de Italia, el norte de África y en otros territorios coloniales.
Durante el conflicto, los Borbones y los Habsburgo se enfrentaron en varias batallas, como las de Almansa, Brihuega o Villaviciosa. Estas contiendas tuvieron lugar en España y otros territorios europeos. Tras varios años de guerra, en 1714 Felipe V de Borbón fue coronado rey de España por el Rey de Francia, Luis XIV, y se firmó el Tratado de Utrecht, que puso fin al conflicto.
En conclusión, la guerra de sucesión castellana fue un conflicto bélico entre los años 1702 y 1714, en el que las potencias europeas se disputaron el trono de España. Tras varios años de enfrentamientos, Felipe V de Borbón fue coronado rey de España y se firmó el Tratado de Utrecht, que puso fin al conflicto.
La Batalla de Toro fue la que dio el triunfo definitivo a la Reina Isabel I de Castilla, conocida como la Católica, y la convirtió en la Reya de Castilla. Esta batalla se libró el 1 de marzo de 1476 en la localidad de Toro, cercana a la ciudad de Zamora, en el noroeste de la Península Ibérica. La Batalla de Toro enfrentó a los ejércitos de Isabel I de Castilla y Alfonso V de Portugal, quienes habían iniciado una guerra por el trono de Castilla. Isabel contaba con la ayuda de los señores de Ávalos, quienes le dieron una gran ayuda militar. Por su parte, Alfonso contaba con el apoyo de los señores de Mendoza y los señores de Pacheco. Durante la Batalla de Toro, el ejército de Isabel logró vencer a Alfonso, quien tuvo que huir con el resto de sus tropas. Esta victoria fue decisiva para la consolidación de Isabel I como reina de Castilla. Además, fue una victoria que marcó el comienzo de una importante dinastía que gobernaría Castilla durante casi 200 años. Tras la victoria en la Batalla de Toro, Isabel y su esposo, Fernando de Aragón, se comprometieron a unir sus reinos bajo el nombre de España. Esto les permitió consolidar su poder y convertirse en los reyes de la nación hispana. La Batalla de Toro fue un episodio clave en la historia de España, que marcó el inicio de una nación que perduraría durante siglos.
En el año 1479 fue un año de grandes acontecimientos, tanto políticos como religiosos. La Unión de Aragón fue firmada entre los reinos de Aragón y Castilla, lo que dio lugar a la formación de España como nación. También se firmó el Tratado de Alcáçovas, que estableció una alianza entre Portugal y Castilla. Este tratado también estableció los límites del imperio español. Por otro lado, en la Iglesia Católica, el Papa Sixto IV promulgó el Concilio de Trento, que reformó el dogma de la Iglesia y la liturgia. Esto llevó a la aceptación de la Santa Inquisición como una forma de reformar la Iglesia. También fue un año de grandes logros científicos. El italiano Regiomontano publicó su tratado de álgebra, que estableció una base para el desarrollo de la matemática y la astronomía modernas. Además, los primeros trabajos de Leonardo da Vinci, como el diseño del hidráulico, también se desarrollaron en este año.