Los Romanos llegaron a la península ibérica en el siglo III a.C. durante la Segunda Guerra Púnica y estuvieron presentes en España durante aproximadamente 600 años.
La conquista de la península ibérica comenzó en el año 218 a.C. y se completó en el año 19 a.C. con la incorporación de la Gallaecia (actual Galicia).
La presencia romana en España se caracterizó por la construcción de ciudades, carreteras, acueductos, puentes y otras obras públicas que transformaron el paisaje de la península ibérica.
La presencia romana en España no fue uniforme, hubo zonas que resistieron a la conquista y otras que fueron más fieles a Roma. En las zonas donde se produjeron las mayores resistencias, los romanos establecieron guarniciones militares para mantener el control.
La romanización de España tuvo lugar durante los siglos I y II d.C. y supuso una importante transformación económica, social y cultural. La lengua y la religión de Roma se convirtieron en las lenguas y religiones oficiales del Imperio y los hispanorromanos se integraron en la cultura imperial de Roma.
En el año 409 d.C. los vándalos, suevos, alanos y otros pueblos barbaros invadieron la península ibérica y supusieron el fin del dominio romano en España.
La presencia romana en España dejó un legado cultural y material que ha perdurado a lo largo del tiempo y que es visible en la arquitectura, la lengua, la cultura y el patrimonio histórico y artístico de España.
La península ibérica estuvo sometida a la ocupación romana durante varios siglos, pero hubo un pueblo que resistió y logró derrotar a los invasores: los íberos.
La resistencia íbera fue un factor clave en la derrota romana en España. A pesar de que la conquista romana comenzó en 218 a.C., no fue hasta la llegada de Escipión el Africano en 210 a.C. cuando empezaron a tener éxito. A partir de entonces, los romanos avanzaron por la costa levantina y la Meseta central, pero encontraron una gran resistencia en la zona del Ebro, donde los íberos les plantaron cara.
Los íberos eran un pueblo guerrero y bien organizado, con un gran conocimiento del terreno y de las tácticas de guerra. Además, contaban con una caballería muy efectiva, que ponía en apuros a los soldados romanos.
La guerra entre romanos e íberos se prolongó durante décadas, y aunque los romanos lograron someter a muchos de los pueblos íberos, nunca consiguieron controlar completamente la península. De hecho, la resistencia íbera se mantuvo hasta la llegada de los visigodos en el siglo V d.C.
En conclusión, aunque los romanos fueron un imperio poderoso y conquistaron gran parte del mundo conocido, los íberos demostraron que no eran invencibles y lograron resistir su dominio en España durante mucho tiempo.
La conquista romana de España fue un proceso que duró varias décadas y estuvo marcado por numerosas batallas y conflictos. La influencia de la cultura romana en la península ibérica se inició en el siglo III a.C. con la llegada de los romanos a la zona.
La conquista propiamente dicha comenzó en el siglo II a.C., cuando los romanos iniciaron una serie de campañas militares para someter a los pueblos de la península. En un principio, los romanos se encontraron con una fuerte resistencia por parte de los indígenas, especialmente de los celtíberos, quienes los enfrentaron en batallas que se extendieron hasta el siglo I a.C.
A pesar de la resistencia, los romanos lograron finalmente imponer su dominio en toda la península ibérica. Esto se pudo lograr gracias a la superioridad de sus fuerzas militares, así como a la hábil diplomacia que emplearon. La conquista romana de España se considera oficialmente concluida en el año 19 a.C., cuando el emperador romano Augusto sometió definitivamente a los últimos focos de resistencia en el norte del país.
La presencia romana en España se mantuvo durante varios siglos más, dando lugar a una gran influencia en la cultura, la lengua y la religión de la península. La conquista romana de España tuvo una gran importancia histórica y su legado permanece aún en nuestros días.
Uno de los pueblos que habitó la península ibérica antes de la llegada de los romanos fueron los íberos, quienes se asentaron en el territorio alrededor del siglo VI a.C. Se cree que eran un pueblo autóctono, cuyo origen proviene de la mezcla entre los antiguos habitantes de la península y las tribus que fueron llegando de fuera.
Los íberos se asentaron principalmente en la costa mediterránea y en el valle del Ebro, y estaban organizados en diversas tribus y ciudades-estado. Tenían una cultura avanzada en muchos aspectos, como por ejemplo en el arte, la cerámica y la metalurgia. También se sabe que practicaban la agricultura y la ganadería, y que eran excelentes comerciantes.
Otro pueblo que también estuvo presente en la península ibérica antes de los romanos fueron los celtas, que llegaron desde el norte de Europa. Su presencia se hizo notoria alrededor del siglo V a.C., y se establecieron en la franja norte y oeste de la península, aunque algunos grupos también se asentaron en sitios más alejados, como el Alto Aragón. Los celtas eran expertos en la metalurgia del hierro y también en la guerra, lo que les permitió expandirse y conquistar territorios.
En resumen, los íberos y los celtas fueron dos pueblos que habitaron la península ibérica antes que los romanos, y que tuvieron un papel importante en la historia de España y de Europa en general. Su legado cultural y arqueológico es muy valioso, y ha sido objeto de estudio y de admiración por parte de numerosos historiadores y arqueólogos desde hace muchos años.
La ocupación romana de la Península Ibérica duró varios siglos. Tras la segunda Guerra Púnica, los romanos empezaron su conquista de la península, que en ese momento estaba habitada por diversos pueblos ibéricos. En el 218 a.C., los romanos desembarcaron en Ampurias y empezaron a avanzar hacia el sur.
El avance romano fue lento y gradual, y se encontró con una fuerte resistencia de los pueblos ibéricos, que se unieron para intentar frenar la invasión. Sin embargo, la superioridad militar y la estrategia de los romanos finalmente les permitió conquistar toda la Península Ibérica en el año 19 a.C.
Para lograr la conquista completa de la península, los romanos emplearon distintas estrategias. Entre ellas, destacaron el uso de técnicas militares innovadoras, como la formación de legiones y el uso de armamento avanzado. Además, los romanos también utilizaron la diplomacia para conseguir la alianza de algunos pueblos ibéricos y para crear divisiones entre ellos.
La ocupación romana de la Península Ibérica tuvo una gran influencia en la historia y la cultura de la región. Los romanos introdujeron nuevas formas de organización política, como la ciudad y el municipio, y también introdujeron el latín como lengua oficial. Además, la influencia romana se puede ver en la arquitectura, la religión y las leyes, entre otras áreas.