Los pueblos celtíberos, también conocidos como celtas, habitaron la Península Ibérica durante la Edad del Hierro, específicamente entre los siglos VI a.C. y I a.C.
Estos pueblos se caracterizaban por tener una sociedad guerrera y una economía basada en la agricultura y la ganadería. Además, se destacaron por su habilidad en la fabricación de armas y su destreza en la guerra.
Entre los pueblos celtíberos más conocidos se encuentran los vacceos, los arévacos, los numantinos, los lusones, los belos y los turdetanos. Cada uno de estos pueblos poseía una cultura y estilos de vida únicos.
La Religión celtíbera estaba basada en la naturaleza y los dioses eran representados por elementos naturales como el sol, la luna, los ríos y los bosques. Estos dioses eran honrados a través de ceremonias y rituales, y se creía que podían influir en el curso de la vida humana.
La lengua celtíbera era de origen indoeuropeo, aunque sólo se han encontrado algunos textos y monumentos que permiten su estudio. Este hecho dificulta la reconstrucción de sus costumbres y creencias.
Con la llegada de los romanos, los pueblos celtíberos empezaron a desaparecer, aunque su influencia pervivió en la cultura y la lengua de la Península Ibérica. Hoy en día, numerosos lugares y monumentos recuerdan la presencia de estos pueblos en la antigua Península Ibérica.
Los celtíberos fueron un pueblo asentado en la península ibérica, en la actual España durante los siglos V a.C - I a.C. Habitaban en una extensa región que se encontraba en la zona central del país, ocupando gran parte del territorio de la actual comunidad autónoma de Aragón, La Rioja, Soria y Teruel.
Algunas de sus ciudades más importantes eran Numancia, Segeda e Iberia. Además, también se extendían por las provincias de Guadalajara, Burgos, Cuenca, Zaragoza y Valencia. Aunque no se sabe con certeza su origen, se estima que los celtíberos pudieron ser una mezcla de pueblos indígenas con tribus celtas llegadas desde Europa.
Los celtíberos eran conocidos por ser guerreros valientes y resistentes, y eran capaces de enfrentarse a los romanos que intentaron conquistar sus tierras. Su cultura era rica en arte, con cerámicas, joyas y esculturas que representan la vida cotidiana de aquellos tiempos. Además, practicaban una religión politeísta que veneraba a dioses como Endovélico, Bergusia o Ataecina.
En conclusión, los celtíberos se ubicaban en una gran área geográfica en el centro de España, donde se crearon importantes núcleos urbanos y donde desarrollaron una cultura y una religión propia. Su legado sigue siendo visible en la actualidad en el arte y las costumbres de la zona y su historia seguirá fascinando a los investigadores por años venideros.
Los celtíberos eran un pueblo antiguo que habitaba principalmente en la península ibérica. Se sabe que existieron desde el siglo IV a.C. y que dejaron una importante huella en la cultura y la historia de la antigua Hispania. Los celtíberos se extendían por diferentes regiones de la península, desde los Pirineos hasta el río Ebro. Algunas de las ciudades más importantes de los celtíberos eran Numancia, Segeda, Bilbilis, Tiermes y Uxama.
Los celtíberos vivían en comunidades agrícolas y ganaderas, donde solían construir asentamientos en lugares elevados como cerros o montañas, para protegerse de posibles invasiones. Estos asentamientos eran conocidos como castros. Los celtíberos eran expertos en la metalurgia y trabajaban el hierro, el oro y la plata, lo que les permitía comerciar con otros pueblos.
La llegada de los romanos a la península ibérica supuso el fin de la cultura celtíbera, ya que fueron conquistados y sometidos al poderío romano. Sin embargo, su legado cultural y arqueológico sigue siendo muy valorado en la actualidad. Los restos de sus poblados y castros se pueden visitar en diferentes puntos geográficos, lo que permite conocer más acerca de la vida y las costumbres de este antiguo pueblo.
Los celtas y los íberos fueron dos pueblos muy importantes en la Península Ibérica en la época pre-romana. Los celtas ocuparon principalmente el noroeste de la Península, incluyendo Galicia, Asturias y parte de Castilla y León. Por su parte, los íberos ocuparon fundamentalmente la zona oriental de la Península, llegando hasta la costa mediterránea.
Los celtas solían vivir en poblados fortificados en las colinas, donde desarrollaron una cultura propia que incluyó la creación de leyendas, mitos y ritos religiosos. Además, eran famosos por su habilidad en la metalurgia del hierro y la forja de armas, lo que les permitió conquistar y expandir su territorio. Por otro lado, los íberos destacaron por su técnica de la alfarería y la cerámica, y también por su agricultura y ganadería.
La influencia de los celtas y los íberos en la Península Ibérica es evidente hoy en día, a través de la gastronomía, la música, la cultura popular y las tradiciones de la región. Además, estas culturas tuvieron un impacto importante en la lengua castellana, ya que las raíces de muchas palabras y expresiones tienen su origen en estas lenguas antiguas.