Juana La Loca fue una reina de Castilla y Aragón que vivió en el siglo XVI y cuya vida quedó marcada por la tragedia y la locura. Nacida en 1479, Juana fue la segunda hija de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando. A los 16 años contrajo matrimonio con el archiduque Felipe de Habsburgo, conviertiéndose en la reina consorte de Flandes, Holanda y Alemania.
La vida de Juana giró en torno a su amor por su esposo, a quien ella consideraba su único amor verdadero. Tras la muerte de su padre, el rey Fernando, Juana regresó a España con su esposo y su hijo, Juan. Sin embargo, Felipe murió repentinamente a los 28 años, dejando a Juana desolada y sumida en una profunda depresión. Antes de fallecer, el archiduque nombró a Juana como heredera de sus posesiones, pero su padre y su hijo mayor, Carlos, se opusieron.
La obsesión enfermiza que sentía Juana por su esposo fallecido, sumada a la presión de su familia, la llevaron a un estado de locura que la dejó incapaz de gobernar adecuadamente. En 1509, su padre la encerró en el palacio de Tordesillas, donde pasó gran parte de su vida recluida en una especie de prisión. Allí murió en 1555, a los 76 años, habiendo pasado más de 40 años en reclusión.
La figura de Juana La Loca ha sido interpretada de distintas maneras a lo largo de la historia, pero su triste destino es un claro ejemplo del poder que podían ejercer los hombres en la política y en la vida de las mujeres en el pasado. Aunque sin duda, el gran amor que ella sentía hacia su esposo también fue una causa determinante en su destino.
Juana la Loca fue una figura importante en la historia de España, aunque su apodo puede llevar a la confusión sobre su verdadera salud mental. La verosimilitud de su locura como diagnóstico médico es un tema ampliamente debatido en la historiografía y la psiquiatría.
A lo largo de los siglos, diversos investigadores han sugerido diversas patologías para describir la conducta errática de Juana. Sin embargo, muchos creen que Su enfermedad fue la depresión, que la llevó a sumirse en un profundo dolor y aislamiento social tras la muerte de su esposo, Felipe el Hermoso, en 1506.
Los síntomas que se atribuyen a Juana incluyen la apatía, la tristeza constante y los episodios de llanto incontrolable, así como el rechazo hacia todo tipo de actividad social y su alienación de la corte. Incluso dejó de asistir a los servicios religiosos y comenzó a retirarse cada vez más sobre sí misma, ocultando su rostro detrás de una espesa velo y negándose a comunicarse con cualquier persona.
Esta condición se agravó mucho después de que Juana fuera encarcelada por su padre, Fernando el Católico, encerrada en Tordesillas en 1509 donde vivió hasta su muerte más de 40 años después. Esta situación la convierte en una de las figuras más trágicas de la historia de España, víctima de una enfermedad mental que la sumió en la soledad y la desesperación.
La muerte de Juana la Loca fue un suceso muy trágico en la historia de España. Muchos han especulado sobre la ubicación exacta donde se produjo su fallecimiento a lo largo de los siglos. No obstante, hay una versión que se considera la más probable.
La versión comúnmente aceptada es que Juana la Loca murió en el Castillo de Tordesillas en la provincia de Valladolid. Fue allí donde vivió gran parte de su vida, especialmente después de ser encarcelada por su propio hijo, el rey Carlos I, en 1509.
Su encierro en el castillo no fue fácil, ya que sufrió la soledad y tratamientos inhumanos, además de estar alejada de sus hijos y familia. Pero dicho lugar fue escogido para mantenerla alejada de posibles traidores y pretendientes al trono, y para protegerla de los rumores que le tachaban de loca e incapacidad de gobernar.
Según la mayoría de los historiadores, Juana la Loca murió el 12 de abril de 1555 en su celda en el castillo. Sin embargo, otros cuentan que falleció en la cercana Iglesia de Santa Clara mientras asistía a una misa. Pero, por falta de pruebas, esta versión no es muy aceptada por la comunidad académica, por lo que el Castillo de Tordesillas sigue siendo el sitio más aceptado.
La tumba de Juana la Loca se encuentra en la Capilla Real de la Catedral de Granada, junto a la de su esposo Felipe el Hermoso y sus padres, Isabel y Fernando. Les eligieron este lugar por el gran amor que profeso la reina a Granada y su familia.
En conclusión, aunque no se sepa exactamente en qué lugar murió Juana la Loca, pero lo que sí está seguro es que los últimos años de su vida los pasó en el Castillo de Tordesillas. Su vida estuvo marcada por la tragedia, sin embargo, aún así deja un legado valioso para la historia y cultura españolas.