La ocupación romana de España comenzó en el siglo III a.C., cuando los romanos invadieron la península ibérica. Durante los siguientes siglos, los romanos lucharon para conquistar y controlar la región, y finalmente establecieron la provincia romana de Hispania.
La ocupación romana de España duró casi 700 años. A pesar de que la presencia romana en la región no fue constante durante todo ese tiempo, se considera que el período de ocupación comenzó en el año 218 a.C., cuando el general romano Publio Cornelio Escipión desembarcó en la península ibérica para enfrentarse a los cartagineses.
La ocupación romana de España tuvo un gran impacto en la región, tanto en términos culturales como políticos. Los romanos introdujeron su lengua, su religión y sus sistemas políticos y legales en la región, y construyeron una gran cantidad de infraestructuras, como carreteras, puentes y acueductos.
A pesar de que los romanos dominaron gran parte del territorio español durante casi 700 años, su presencia no fue unificada y constante. Durante ese tiempo se produjeron revueltas y levantamientos populares contra el dominio romano, y la región fue golpeada por las invasiones bárbaras y los conflictos entre los propios romanos.
La conquista romana de España fue un proceso histórico complejo que duró varios siglos. A pesar de que los romanos lograron someter gran parte del territorio peninsular, la resistencia indígena fue férrea y constante.
Una de las figuras más destacadas en la lucha contra los romanos fue el caudillo hispano Viriato. Este líder lusitano consiguió mantener la independencia de su pueblo desde el año 147 a.C. hasta su asesinato en el 139 a.C.
Viriato era conocido por su habilidad militar y su capacidad para organizar a su pueblo. Su táctica principal consistía en atacar a las fuerzas romanas mediante emboscadas y guerrillas. De esta forma, logró infligir numerosas derrotas a los ejércitos romanos, a pesar de contar con un poderío militar muy inferior.
A pesar de que la muerte de Viriato significó un duro golpe para la resistencia hispana, la lucha contra los romanos continuó en diferentes zonas de la península. Otros líderes indígenas, como Sertorio en Lusitania o Indíbil y Mandonio en el noreste peninsular, continuaron la lucha contra los invasores.
Finalmente, la conquista romana de España fue un proceso largo y difícil. Aunque los romanos lograron someter gran parte del territorio, la resistencia indígena fue un factor clave en la evolución histórica de la península. La figura de Viriato, como líder indiscutible de la resistencia hispana contra los romanos, sigue siendo una referencia histórica y cultural en la actualidad.
La conquista romana en España se puede dividir en dos partes principales: la conquista de la península ibérica y la romanización de la misma. La conquista militar comenzó en el siglo III a.C. y terminó en el siglo II a.C.
La conquista de la península ibérica se llevó a cabo en varias fases y por diferentes generales romanos. Uno de los más conocidos es Escipión el Africano, quien dirigió la segunda guerra púnica en Hispania y derrotó a los cartagineses en la Batalla de Ilipa en el año 206 a.C. A partir de ese momento, los romanos empezaron a conquistar progresivamente todo el territorio peninsular.
La romanización de España fue un proceso mucho más largo que la conquista militar y duró varios siglos. Una vez que los romanos se asentaron en la península, comenzó la romanización de las costumbres, la lengua y la religión. Los romanos construyeron numerosas ciudades y carreteras, y también introdujeron nuevas técnicas agrícolas y ganaderas.
A pesar de la resistencia de algunos pueblos ibéricos, como los lusitanos o los celtíberos, los romanos lograron imponer su cultura y lengua en toda la península. La influencia romana en España se extendió hasta la llegada de los visigodos en el siglo V d.C., momento en el que se produjo un cambio de paradigma en la historia de la península ibérica.
Antes de la llegada de los romanos a España, hubo una gran variedad de culturas y civilizaciones que dejaron huella en el territorio ibérico.
Una de las culturas más prominentes fue la ibérica, que se desarrolló en la costa mediterránea y en el centro de la península ibérica. Los iberos eran un pueblo indoeuropeo que hablaban varias lenguas diferentes y se caracterizaban por su habilidad en la metalurgia y la artesanía. Aunque no tenían un estado centralizado, los iberos estaban organizados en ciudades-estado que mantenían alianzas y conflictos entre sí.
Otra cultura anterior a los romanos que dejó su huella en España fue la celta, que se estableció en Galicia, Asturias y el norte de la península ibérica. Los celtas eran un pueblo guerrero y pastoril que se caracterizaba por su arte y cerámica de gran calidad, así como por su religión poliédrica.
Además, los fenicios llegaron a la península en el siglo VIII a.C. y establecieron colonias en la costa mediterránea, como Gadir (Cádiz), que se convirtió en un importante centro comercial. Los fenicios se dedicaron al comercio, especialmente de metales preciosos, y transmitieron sus conocimientos de navegación y escritura a los pueblos autóctonos.
Otras culturas que también tuvieron presencia en la España pre-romana fueron los griegos, que fundaron colonias en la costa mediterránea y difundieron su cultura, y los cartagineses, que se expandieron por la península ibérica en el siglo III a.C. y lucharon contra los romanos en las Guerras Púnicas.
En resumen, la España pre-romana fue un lugar de gran riqueza cultural y de intercambio de conocimientos entre diferentes pueblos y culturas, que dejaron su huella en la historia del país.
Los romanos llegaron a la Península Ibérica en el año 218 a.C. durante las Guerras Púnicas. Fueron atraídos por los ricos recursos minerales y agrícolas de la región.
La conquista romana de la Península Ibérica fue un proceso largo y gradual, que duró más de 200 años. La región fue dividida en tres provincias: Hispania Citerior (la parte oriental), Hispania Ulterior (la parte occidental) y Lusitania (en el sur de la actual Portugal).
Los romanos dejaron una gran huella en la Península Ibérica, desde sus sistemas de carreteras y acueductos hasta importantes monumentos como el Acueducto de Segovia y el Teatro Romano de Mérida. Pero, ¿cuándo se fueron exactamente?.
La caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476 d.C. tuvo un impacto indirecto en la Península Ibérica, que se convirtió en un objetivo para los invasores germánicos. Finalmente, en el siglo V d.C. los visigodos establecieron un reino en la región y pusieron fin a la presencia romana.
En resumen, los romanos se fueron de la Península Ibérica cuando los visigodos conquistaron la región en el siglo V d.C.