Juana la Loca y Felipe el Hermoso se consideran una de las parejas más tumultuosas de la historia. Juana era la hija de Isabel la Católica y heredera del trono de Castilla, mientras que Felipe era el duque de Borgoña. Se casaron en 1496 en un intento de unir a España y Borgoña.
Desde el principio, la relación entre Juana y Felipe fue tensa. A pesar de esto, Juana estaba enamorada de su esposo y le era fiel. Sin embargo, Felipe tenía varias relaciones extramatrimoniales, lo que provocó el desprecio y la falta de confianza de Juana hacia él. Esta situación empeoró con el tiempo y pronto se convirtió en un problema de estado.
La reina Isabel la Católica, preocupada por el bienestar de su hija y la estabilidad de su reino, decidió enviar a Juana y a Felipe a Flandes para que pudieran reinar allí en lugar de en España. Esta fue una medida desesperada para mantener a Juana alejada de las tentaciones y al mismo tiempo asegurar la continuidad del reinado de los Reyes Católicos.
A pesar de esta medida, la situación no mejoró. Las relaciones extramatrimoniales de Felipe y su falta de interés en el gobierno y las responsabilidades del estado causaron discordia en la pareja y en el gobierno. Juana la Loca, afectada por la enfermedad mental que le dio su apodo, se negó a aceptar cualquier otra decisión tomada por el rey Felipe sin su consentimiento.
Finalmente, en 1506, la tensión entre Juana y Felipe llegó a un punto crítico cuando este último cayó enfermo y murió. Juana se sumió en una profunda depresión y lloró la muerte de su esposo durante días sin comer ni dormir. Esta situación llevó al aumento de su demencia, que la llevó a custodiada para el resto de su vida.
El matrimonio de Juana la Loca y Felipe el Hermoso tuvo importantes consecuencias para España y Europa en el siglo XVI.
En primer lugar, el matrimonio unió los reinos de Castilla y Aragón, creando un poderoso estado hispánico bajo el control de la dinastía de los Habsburgo. Esto reforzó la posición de España como una de las grandes potencias europeas de la época.
Por otro lado, el matrimonio de Juana y Felipe también tuvo importantes consecuencias políticas y dinásticas. Tras la muerte de Felipe en 1506, Juana se retiró a un monasterio y su hijo Carlos I de España (y futuro emperador del Sacro Imperio Romano Germánico) se convirtió en el heredero del trono. Este hecho sentó las bases para el surgimiento de la casa de Habsburgo en Europa.
Sin embargo, el matrimonio también tuvo consecuencias negativas para Juana la Loca. Su reputación como reina y su estabilidad mental fueron cuestionadas por los rumores de que Felipe había sido infiel y de que ella misma sufría de una enfermedad mental. Finalmente, Juana fue encerrada en un castillo durante casi 50 años, convirtiéndose en un triste ejemplo de cómo el poder y la política podían afectar a las vidas personales de los gobernantes.
Juana la Loca fue la primera mujer que reinó sobre Castilla y Aragón en el siglo XVI. Nació en Toledo en 1479 y recibió una educación muy completa, aprendiendo latín, francés y música. Se casó con Felipe el Hermoso, Archiduque de Austria, que era guapo, inteligente y elegante, razón por la cual se le llamaba "el Hermoso".
Sin embargo, su matrimonio no fue feliz y tuvieron varios problemas en pareja. Juana se enamoró apasionadamente de su marido, pero él no era fiel y mantuvo varias aventuras amorosas con otras mujeres, lo que para ella fue una gran dolor y la llevó a sumirse en una profunda depresión, lo que causó que la llamaran "la Loca".
Tras la muerte de su marido, Juana quedó muy afectada y llevó su cuerpo a todas partes hasta que finalmente la familia tuvo que retirárselo por su propio bienestar y así fue confinada en Tordesillas, donde permaneció cautiva por el resto de su vida. Pero por su legado literario, se sabe que trabajó enormemente hasta el momento de su muerte a los 75 años, en abril de 1555.
Por otro lado, Felipe el Hermoso fue uno de los hombres más influyentes en la historia de Europa, nacido el 22 de julio de 1478 en La Haya. Fue miembro de la Casa de los Habsburgo y durante su vida, Felipe luchó por el poder y la riqueza, por lo que se casó con varias womendes en su carrera por mantener una alianza favorable.
Su casamiento con Juana de Castilla fue uno de los más destacados de su carrera aunque no fue feliz para ningún de los dos. Felipe fue el heredero de la casa de Borgoña, lo que en su momento lo convirtió en uno de los hombres más ricos de Europa, y además se le asociaba con gran belleza, que era uno de los motivos principales por los cuales se le llamaba "el Hermoso". A pesar de ello, murió muy joven, con solamente 28 años, y su legado político fue limitado porque no tuvo descendencia directa con Juana, aunque su hijo Carlos I de España y V de Alemania fue uno de los Reyes más importantes de ambos países.
Juana la Loca, la reina de Castilla y esposa de Felipe el Hermoso, tuvo una actitud peculiar respecto al cuerpo de su marido tras su fallecimiento. Felipe el Hermoso murió en septiembre de 1506, en la ciudad de Burgos, España. La muerte de su esposo sumió a Juana en una profunda tristeza que duró mucho tiempo.
Se sabe que durante el tiempo que pasó en compañía del cuerpo de Felipe, Juana no permitía que lo entierren. Lo trasladaba consigo a todas partes, incluso a las comidas y reuniones de Estado. Había hecho construir una especie de ataúd donde colocaba a su marido, aunque él no estaba dentro del mismo.
Además, según algunos relatos, Juana también habría realizado una especie de "embalsamamiento" del cuerpo de Felipe. Según estas mismas fuentes, ella se negaba a permitir que alguien más tocara o moviera el cuerpo de su esposo.
Finalmente, tras seis meses desde su muerte, Juana aceptó permitir que enterraran a Felipe. Pero incluso después de eso, en su propio testamento, especificó que deseaba ser enterrada con el corazón y las entrañas de Felipe, que ella había guardado consigo durante todo ese tiempo.
La actitud de Juana con el cuerpo de Felipe ha sido objeto de debate y reflexión entre los historiadores. Algunos creen que su comportamiento se debió a un profundo amor que sentía hacia su marido, mientras que otros especulan que su locura podría haber deteriorado su capacidad para procesar correctamente la pérdida de una persona querida.
La imagen física de Juana La Loca ha sido objeto de debate y misterio durante siglos. Se sabe que nació en Toledo, España en 1479 y fue la tercera hija de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando.
De acuerdo con los registros históricos, se dice que Juana La Loca era una mujer alta y delgada, con una tez pálida y ojos oscuros y profundos. También se ha comentado que tenía una hermosa cabellera castaña, que solía ser peinada en largas trenzas.
Se cree que durante su reinado, Juana La Loca vestía con sencillez, evitando los adornos innecesarios. A pesar de su adicción al vino, se ha informado que mantenía una apariencia limpia y bien cuidada.
En cuanto a su salud mental, se sabe que Juana La Loca sufría de episodios de delirio y comportamiento irracional. Esto llevó a que fuera encarcelada por su propio esposo, Felipe el Hermoso, en una torre del castillo de Tordesillas, donde pasó gran parte de su vida presumiblemente desequilibrada.