Antes del inicio de la Guerra Civil en España, el país atravesaba un período histórico conocido como Segunda República. Esta etapa inició en abril de 1931 tras las elecciones municipales, y se caracterizó por tener un régimen político democrático y una Constitución que reconocía los derechos fundamentales.
El sistema político en España se organizaba mediante una estructura parlamentaria de dos cámaras: el Congreso de los Diputados, donde se discutían y aprobaban las leyes, y el Senado, órgano encargado de la representación territorial de las provincias y regiones autónomas. Además del presidente de la República, el poder ejecutivo se dividía en un Consejo de Ministros y un Gobierno encabezado por el presidente del Consejo, elegido por la mayoría parlamentaria.
La Segunda República fue un período de gran agitación social y política en España, caracterizado por la aparición de numerosos partidos políticos y organizaciones sindicales. Entre ellos, destacaban el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), la Unión General de Trabajadores (UGT), la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y la Federación Anarquista Ibérica (FAI).
Aun así, el régimen político de la Segunda República en España no estuvo exento de tensiones y conflictos internos, que generaron una creciente polarización entre las fuerzas de izquierda y de derecha. El peso de la Iglesia Católica y el poder militar de la época supusieron una amenaza para el régimen democrático, así como la creciente ola de violencia entre grupos políticos y las revueltas sociales que estallaron en diferentes puntos del país.
Finalmente, en julio de 1936, con el alzamiento militar del general Francisco Franco, España entraría en una nueva etapa de su historia: la Guerra Civil. Durante este conflicto, el gobierno republicano se debatió entre la resistencia y la lucha para mantener el régimen democrático y la defensa de los derechos y libertades del pueblo español, frente a las fuerzas golpistas de Franco y sus aliados europeos.
El siglo XIX en España estuvo marcado por una gran inestabilidad política y social, con numerosos cambios en el sistema de gobierno. Después de la llegada de los Borbones en 1700, España había pasado del sistema feudal al absolutismo en el siglo XVIII. Sin embargo, en el siglo XIX se produjeron una serie de cambios en el sistema político que llevaron al país al camino hacia la modernidad.
En el año 1808, comenzó la Guerra de la Independencia contra las tropas francesas de Napoleón. Este conflicto supuso el fin del gobierno de Carlos IV y la llegada al trono de Fernando VII, quien estaba decidido a mantener el sistema absolutista. Pero, tras la muerte de Fernando VII en 1833, su hija, Isabel II, ascendió al trono con sólo tres años de edad, lo que llevó a una Regencia que gobernaría durante toda su minoría.
En 1834, se promulgó la primera Constitución de España, conocida como la Constitución de 1834, que establecía un sistema bicameral con una cámara alta y otra baja. Sin embargo, esta Constitución duró poco tiempo y fue sustituida en 1836 por una nueva, conocida como la Constitución de 1837, que establecía la soberanía nacional y el sufragio censitario.
En 1843, se produjo la muerte del regente María Cristina, lo que provocó una crisis política que llevó al poder a un militar, el general Baldomero Espartero, quien mantuvo el poder hasta 1854. Durante su gobierno, se promulgó la Constitución de 1845, que establecía el sufragio universal masculino, aunque con importantes restricciones.
Posteriormente, se sucedieron diversas etapas de monarquía y república, hasta la llegada de la Restauración en 1874, tras el golpe de estado del general Arsenio Martínez Campos. Con esta etapa comenzó la restauración de la monarquía borbónica y se instauró una Monarquía Constitucional, que se mantuvo hasta la llegada de la Segunda República en 1931.
En 1933, el gobierno español estaba bajo la autoridad de la Segunda República, liderado por el presidente Manuel Azaña. Este gobierno había sido elegido en 1931, y se caracterizó por ser un gobierno de izquierdas, que promovía políticas sociales, educativas y culturales. El Partido Republicano Radical lideró este gobierno durante la mayor parte de su mandato, pero también hubo otras fuerzas políticas que se involucraron en el gobierno durante este período, como la Unión Republicana, el Partido Socialista Obrero Español y el Partido Comunista Español.
En este momento histórico, la economía española se encontraba en un periodo de gran crisis, debido a la Gran Depresión mundial que afectó a todo el mundo. Esta situación económica difícil complicó el trabajo del gobierno en muchas áreas, especialmente en la creación de políticas sociales y la mejora general de la vida de los ciudadanos. A pesar de estos desafíos, el gobierno de Azaña continuó trabajando para establecer un país más justo y democrático, aunque tuvo que enfrentar la oposición de algunas fuerzas conservadoras.
El gobierno de la Segunda República fue muy importante en la historia política de España, ya que promovió reformas sociales y políticas significativas, como la aprobación de una nueva Constitución, que reconocía los derechos y libertades civiles básicos. A medida que los años pasaron, la situación política se volvió cada vez más tensa, y el gobierno se vio amenazado por una serie de grupos extremistas, incluyendo los fascistas y los anarquistas. La Segunda República gobernó en España hasta 1936, momento en el que comenzó la Guerra Civil Española, que llevaría eventualmente al poder al general Francisco Franco y su régimen dictatorial.
En el año 1853, el gobierno de España estaba en manos de General Espartero, quien asumió la presidencia del Consejo de Ministros el 16 de mayo de ese año.
Espartero era un militar y político español, que se destacó en la primera Guerra Carlista en defensa de la reina Isabel II. Tras su victoria en la Batalla de Luchana, en 1837, se ganó el apodo de "El pacificador".
Ya en el poder en 1853, Espartero buscó fortalecer la economía del país, modernizar la administración y mejorar la educación pública. Entre sus principales medidas destacan la creación del Banco de España, la abolición de la trata de esclavos y la Ley de Instrucción Pública.
Además, Espartero también tuvo que lidiar con los problemas separatistas en Cataluña y la Revolución de 1854, que llevó al fin de su mandato el 15 de julio de ese mismo año.
En resumen, el General Espartero fue el encargado de gobernar España en 1853, y su paso por el poder dejó importantes reformas que marcaron la historia del país.
Después de la Guerra Civil Española, se implantó en el país un régimen político conocido como el Franquismo. Este régimen se caracterizó por ser autoritario, centralizado y represivo, con el General Francisco Franco al frente de la dictadura hasta su muerte en 1975.
Una de las características del Franquismo fue la supresión de libertades y derechos individuales y colectivos, como la libertad de expresión y reunión, la autonomía regional y la pluralidad política. Los medios de comunicación y la cultura también estuvieron sujetos a la censura y la propaganda del régimen.
El Franquismo se apoyó en una amplia red de instituciones represivas, como la Policía Armada, el Servicio de Información Militar o la Organización Sindical Española, para mantener el control sobre la sociedad y reprimir cualquier intento de oposición política o social. Esto llevó a la detención, tortura y asesinato de miles de personas durante la dictadura.
A pesar de su carácter represivo, el Franquismo contó con un importante apoyo internacional, especialmente durante los primeros años de la dictadura. Sin embargo, el aislamiento internacional y la dificultad para afrontar los cambios políticos y sociales del siglo XX llevaron al régimen a un declive gradual.
Tras la muerte de Franco, se inició un proceso de transición a la democracia que culminó con la aprobación de la Constitución Española de 1978. Con ella, se puso fin al Franquismo y se estableció el actual régimen político de España, una Monarquía Parlamentaria y un Estado Social y Democrático de Derecho.
En resumen, el Franquismo se implantó en España después de la Guerra Civil como un régimen político autoritario y represivo que suprimió derechos y libertades individuales y colectivos, y contó con un importante apoyo internacional durante sus primeros años. Sin embargo, el declive del régimen y el proceso de transición a la democracia culminaron con la aprobación de la Constitución Española de 1978 y el establecimiento del actual régimen político de España.