El jefe de Estado de España entre 1931 y 1936 fue Alcalá-Zamora, quien ejerció como presidente de la República.
Nacido en Granada en 1873, Alcalá-Zamora fue un político destacado durante la Segunda República.
Antes de ser nombrado jefe de Estado, Alcalá-Zamora ocupó diferentes cargos políticos, como el de ministro de Justicia y el de presidente del Tribunal Supremo.
Uno de sus mayores desafíos como presidente de la República fue el mantenimiento de la estabilidad política durante un período marcado por la crisis económica, el aumento del desempleo y la inestabilidad social.
Finalmente, en 1936, Alcalá-Zamora fue destituido de su cargo por el gobierno encabezado por el Frente Popular, lo cual marcó el inicio de la Guerra Civil española.
A mediados del mes de abril del año 1931, España estaba gobernada por el rey Alfonso XIII, quien había reinado desde su ascenso al trono en 1902. Sin embargo, la situación política en aquel momento era bastante delicada, ya que el país se encontraba sumido en una crisis económica y había una creciente demanda de reformas políticas y sociales.
En este contexto, se celebraron unas elecciones municipales el 12 de abril de 1931, en las que los partidos republicanos obtuvieron una aplastante victoria. Esto resultó en una proclamación del Estado español como una república, y el rey Alfonso XIII abdicó al trono.
El poder pasó entonces a manos de un gobierno provisional formado por políticos republicanos y socialistas, encabezado por Niceto Alcala-Zamora como presidente de la República y Manuel Azaña como presidente del Consejo de Ministros. Este gobierno provisional se encargó de elaborar una nueva Constitución democrática para el país, basada en el sufragio universal, la separación de poderes y el respeto a los derechos y libertades civiles.
La Constitución fue finalmente aprobada en diciembre de ese mismo año, dando lugar al establecimiento del régimen político conocido como la Segunda República española. A partir de entonces, el gobierno estuvo en manos de los partidos políticos que obtenían la mayoría en las elecciones, aunque durante toda la década de los años 30, la situación política fue muy inestable, con frecuentes cambios de gobierno y una creciente polarización ideológica entre izquierda y derecha.
En el período entre 1931 y 1933, el jefe de gobierno de España fue Manuel Azaña Díaz.
Azaña, quien también había sido presidente de la Segunda República, asumió el cargo de jefe de gobierno tras la renuncia de Niceto Alcalá-Zamora. Durante su mandato, llevó a cabo diversas reformas políticas y económicas, aunque también se enfrentó a la oposición de sectores conservadores.
Bajo su liderazgo, se reformaron las leyes laborales y se llevó a cabo la reforma agraria, con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de la población rural. Además, impulsó la creación de una nueva Constitución y el fortalecimiento de las instituciones democráticas.
Sin embargo, su gobierno también tuvo que lidiar con la crisis económica mundial y la creciente polarización política, que finalmente condujo al estallido de la Guerra Civil española en 1936.
En el año 1936, España estaba gobernada por la coalición de partidos de derecha conocida como "La CEDA" (Confederación Española de Derechas Autónomas), liderada por José María Gil Robles.
La CEDA había conseguido una gran victoria en las elecciones generales de 1933 y ostentaba el poder en el gobierno del presidente Manuel Azaña.(Manuel Azaña era el líder del partido izquierdista "Izquierda Republicana").
La CEDA defendía una postura conservadora en temas políticos, religiosos y sociales, y había sido muy criticada por la izquierda y los sindicatos obreros por sus políticas laborales.(En cambio, la izquierda era partidaria de la lucha obrera y social y tenía su principal representación en los partidos socialistas y comunistas).
La tensión política y social en España en aquel momento era muy alta y finalmente desembocó en el inicio de la Guerra Civil el 17 de julio de 1936.(La Guerra Civil fue una lucha entre el gobierno republicano, representante de la izquierda, y los militares insurrectos apoyados por los partidos conservadores y la Iglesia Cátolica).
En 1931, España experimentó un cambio político significativo con la proclamación de la Segunda República. En los primeros meses de la nueva república, se celebraron elecciones a las Cortes Constituyentes.
Tras los comicios, Niceto Alcalá-Zamora fue elegido jefe de Estado en una votación que contó con la mayoría de los votos de las Cortes. Alcalá-Zamora pertenecía al partido republicano de centro-derecha Acción Republicana.
La figura de Alcalá-Zamora fue esencial durante los primeros años de la Segunda República. Fue uno de los principales artífices de la Constitución española de 1931, que establecía un régimen democrático con una amplia gama de derechos y libertades individuales.
Finalmente, en 1936, su relación con el Gobierno se deterioró, lo que ocasionó su dimisión. Después de esto, se retiró completamente de la política.