Los primeros focos de resistencia Hispanovisigoda contra los musulmanes surgen en el año 722 d.C., cuando el rey visigodo Egica decide resistirse al avance musulmán en la Península Ibérica. Esta resistencia se dio mediante algunas acciones de guerra, como el levantamiento de tropas para hacer frente a los invasores, o la fortificación de sus ciudades como medida de defensa.
No obstante, el rey visigodo fue vencido en la Batalla de Covadonga, el 21 de junio de 722 d.C., en la que el rey Pelayo, último de los visigodos, logró derrotar al ejército musulmán. Esta batalla se considera el inicio de la Reconquista, y el punto de partida de la resistencia hispanovisigoda.
A partir de esta batalla, los hispanovisigodos unieron sus fuerzas para continuar la lucha contra los musulmanes. Se formaron alianzas, se construyeron nuevas fortificaciones, y se desarrollaron nuevas tácticas militares. Esto permitió que la resistencia hispanovisigoda se prolongara durante más de ciento cincuenta años, hasta que el reino de los musulmanes fue completamente expulsado de la Península Ibérica en el año 1492.
Los primeros núcleos de resistencia al Islam surgieron en la región del Magreb, más concretamente en el Norte de África, en el siglo VII. Esta resistencia se centró en los cristianos de la región, que se oponían al dominio político y religioso del Islam. Esta resistencia se extendió por muchas partes de Europa, especialmente en España e Italia, donde los cristianos se oponían a la expansión del Islam. Esta resistencia se manifestó de diferentes maneras, desde la resistencia armada hasta la resistencia cultural y política. La resistencia armada fue liderada principalmente por los grupos cristianos, como los cristianos españoles y los italianos, que lucharon valientemente contra el ejército musulmán. También hubo algunos intentos de resistencia cultural, como el uso de la lengua cristiana en lugar de la árabe en algunas regiones. Además, también hubo algunos intentos de resistencia política, como el establecimiento de alianzas con otros estados cristianos. Esta resistencia fue fundamental para frenar la expansión del Islam en el siglo VII.
Durante el siglo VIII, los musulmanes conquistaron la Península Ibérica. Esta conquista fue liderada por el Califa de Damasco, Abd al-Rahman, en la que formaban parte árabes, bereberes y algunos pueblos cristianos. La totalidad de la península fue conquistada en un periodo de tiempo muy corto, aproximadamente tres décadas. La mayor parte de la península fue ocupada por los musulmanes, desde Galicia hasta el sur de la península. Esta conquista significó el inicio de lo que se conoce como Al-Ándalus. Los musulmanes fundaron la ciudad de Córdoba, la cual se convirtió en la capital de la región. Las principales zonas conquistadas por los musulmanes fueron Galicia, Asturias, Castilla, León, Navarra, Aragón, Granada, Valencia, Murcia, Andalucía Occidental y Oriental, Extremadura y parte de Portugal. Estas regiones quedaron bajo el control de los musulmanes durante un periodo de tiempo considerable, el cual fue conocido como el periodo de la Reconquista. Durante este periodo, los musulmanes se establecieron en estas regiones y contribuyeron a la cultura y al desarrollo de estas tierras.
La conquista musulmana de Hispania fue un proceso que comenzó a finales del siglo VIII y se prolongó hasta el siglo XI. Durante este periodo, los musulmanes establecieron una presencia significativa en la Península Ibérica, donde fundaron un gran número de ciudades, castillos y estructuras religiosas. Esta conquista tuvo un profundo impacto en la cultura, la economía, la religión y el lenguaje de la región, y su influencia se siente todavía hoy. La conquista musulmana de Hispania comprendió numerosos núcleos humanos, entre los que destacan los siguientes:
En resumen, la conquista musulmana de Hispania comprendió numerosos núcleos humanos, entre los que destacan las ciudades, los pueblos, los castillos y las mezquitas. Estos núcleos humanos desempeñaron un papel clave en el desarrollo de la cultura, la economía y la religión de Hispania durante el periodo de la conquista musulmana.
Los primeros reinos cristianos fueron una respuesta a la caída del Imperio Romano de Occidente a mediados del siglo V. Estos reinos se formaron a partir de los restos de los condados de la Galia, Hispania, Italia y los reinos germánicos del norte. Se asentaron en los territorios que antes estaban bajo control romano, y pronto se extendieron por el resto de Europa.
Los primeros reinos cristianos tenían como objetivo conservar la unión de los territorios bajo una autoridad religiosa y política común. Estos reinos fueron gobernados por una monarquía de origen germánico, con la iglesia cristiana como su principal fuerza moral. Los primeros monarcas cristianos lucharon para mantener la unidad de sus territorios, y la iglesia jugó un papel importante en la defensa de la religión cristiana y la promoción de la cultura cristiana.
Los primeros reinos cristianos tuvieron que enfrentarse a una serie de desafíos, desde guerras con los reinos musulmanes en el sur de Europa, hasta la lucha contra los invasores vikingos del norte. Estos reinos también enfrentaron desafíos internos, como la lucha por el poder entre los gobernantes y los nobles, así como la resistencia a la autoridad de la iglesia por parte de los campesinos.
A pesar de los desafíos, estos reinos cristianos lograron alcanzar el éxito durante los siglos VIII y IX. Esto se debe en gran medida a la unión de estos reinos bajo una misma religión, lo que les permitió unir sus esfuerzos para resistir las amenazas externas. Esta unión también permitió a los monarcas cristianos expandir sus territorios, lo que contribuyó a la formación de nuevos reinos y a la creación de una cultura cristiana unificada.