A principios del siglo XI, la frontera entre los cristianos y los musulmanes se dibujaba a lo largo de una línea que corría desde el sur de Francia hasta la actual Turquía. Esta frontera fue llamada la Frontera Española, ya que fue creada por una combinación de la conquista musulmana de España y la resistencia cristiana en el norte de España. La frontera Española separaba los reinos cristianos de los musulmanes, y fue una línea muy inestable que cambiaba con frecuencia como resultado de las guerras entre los pueblos cristianos y musulmanes.
Durante los primeros años del siglo XI, la frontera Española pasó por la actual región española de Extremadura, la gran parte de la región española de Andalucía, el sur de Francia, el norte de Italia, la región alpina de los Balcanes, y finalmente la región de Anatolia. La frontera se extendía a través de esta región, la cual incluía a la ciudad de Constantinopla, que fue tomada por los turcos otomanos en 1453.
Los cristianos y los musulmanes se enfrentaron en varias ocasiones a lo largo de la frontera Española. Estas batallas se conocen como las Cruzadas, y fueron una serie de guerras santas libradas por los cristianos para recuperar Jerusalén y otros territorios santos bajo control musulmán. Estas cruzadas llevaron a una serie de conflictos entre los cristianos y los musulmanes, que se prolongaron durante los siglos XI, XII y XIII.
En la actualidad, la frontera Española ya no existe. Muchos de los territorios que eran considerados cristianos o musulmanes a principios del siglo XI han cambiado de manos varias veces. Aún así, la frontera Española se considera un importante hito histórico que recordamos como un momento de conflicto entre dos grandes religiones.
A finales del siglo XIII, la frontera entre los cristianos y los musulmanes se encontraba en la Península Ibérica. Esta frontera se extendía desde el sur de Francia hasta el norte de África, pasando por España, Portugal, Gibraltar y el mediterráneo. Durante este periodo, el territorio en disputa entre ambas religiones fue el Reino de Granada, el último territorio musulmán en España. Durante siglos, los musulmanes habían conquistado grandes porciones de territorio en la Península Ibérica, pero en el siglo XIII los cristianos comenzaron a recuperarlo.
La Reconquista cristiana comenzó en el siglo XI con la toma de la ciudad de Toledo. Durante los siguientes dos siglos, los musulmanes fueron poco a poco perdiendo territorios hasta que en 1212 las fuerzas cristianas consiguieron la victoria en la batalla de Las Navas de Tolosa. Esta batalla marcó el inicio de la caída del Reino de Granada y la frontera entre cristianos y musulmanes pasó a estar por el sur de España. La Reconquista fue un proceso largo y complejo que finalizó en 1492 con la toma de Granada por los Reyes Católicos.
A finales del siglo XIII, la frontera entre los cristianos y los musulmanes fue un tema importante en Europa. Esta frontera era una línea de demarcación entre dos culturas y religiones diferentes, y a lo largo de los siglos se han producido grandes conflictos. Durante esta época, la frontera entre cristianos y musulmanes se encontraba en la Península Ibérica, en el sur de España, y fue delimitada por la Reconquista cristiana.
Durante los siglos XI al XIII los cristianos conquistaron diversos territorios como parte de la Reconquista española. Esta Reconquista consistía en la recuperación de territorios perdidos anteriormente por parte de los musulmanes. En el siglo XI empezó la reconquista con la toma de la ciudad de Toledo por Alfonso VI de León y Castilla, en 1085.
En el siglo XII los cristianos avanzaron a lo largo de la costa mediterránea y conquistaron varias ciudades, como Almería, Valencia, Murcia e incluso Córdoba. Estos territorios se convirtieron en reinos cristianos y comenzaron a desarrollar su propia cultura y tradiciones.
En el siglo XIII los cristianos conquistaron Granada, la última ciudad musulmana en la Península Ibérica. Esto significó el fin de la Reconquista española y la unificación de la mayor parte de la Península Ibérica bajo el dominio cristiano. Los territorios conquistados por los cristianos durante estos siglos se convirtieron en las bases de lo que más tarde se convertiría en la España moderna.
Durante esta época, los cristianos también conquistaron territorios en otros lugares del mundo, como en el Mediterráneo oriental. En los siglos XI y XII los cruzados cristianos tomaron Jerusalén y otros territorios cercanos, como el sur de Siria y el norte de Palestina. Esta expansión fue la base de la futura expansión de la cristiandad por todo el mundo.
En conclusión, los cristianos conquistaron una gran cantidad de territorios durante los siglos XI al XIII. Estas conquistas tuvieron un gran impacto en el desarrollo de la España moderna y la expansión de la cristiandad por el mundo.
Los núcleos cristianos de resistencia al islam entre los siglos VII y IX abarcaron una amplia gama de territorios, desde el Norte de África hasta el Sur de España. Estos territorios fueron los principales focos de resistencia cristiana frente a la expansión islámica, en los cuales los cristianos se unieron para protegerse de los invasores musulmanes. La resistencia cristiana se centró en África del Norte, pero también se extendió a España, donde los cristianos lucharon por mantener su identidad frente a la dominación islámica. El ejemplo más destacado de resistencia cristiana fue la batalla de Poitiers en el año 732, en la que los francos liderados por Carlos Martel derrotaron a los ejércitos musulmanes. Esta victoria permitió a los cristianos mantenerse en los territorios de lo que hoy es Francia y España. Además, los cristianos también se unieron en otras partes del Mediterráneo, como Chipre y Creta, para mantenerse a salvo de los invasores musulmanes. El ejemplo más notorio de resistencia cristiana en estas regiones fue la batalla de Manzikert en el año 1071, en la que los bizantinos lograron derrotar a los ejércitos selyúcidas. Esta batalla permitió a los cristianos conservar los territorios de Asia Menor y el Imperio Bizantino.
En general, los núcleos cristianos de resistencia al islam entre los siglos VII y IX se extendieron desde el Norte de África hasta el Sur de España, pasando por el Mediterráneo y el Imperio Bizantino. Estos territorios fueron los principales focos de resistencia cristiana frente a la invasión islámica, en los cuales los cristianos se unieron para defender su identidad y su territorio. Las principales batallas de resistencia cristiana fueron la batalla de Poitiers y la batalla de Manzikert, que permitieron a los cristianos mantenerse en sus territorios y resistir a los invasores musulmanes. Estas batallas fueron una clara muestra de la resistencia cristiana frente al islam entre los siglos VII y IX.
Los territorios musulmanes se extendían desde el norte de África hasta el este de Asia, abarcando una variedad de culturas y lenguas. Durante la Edad Media, hubo varios califatos musulmanes que gobernaron territorios amplios y ricos en recursos. El primer califato musulmán fue el califato de los omeyas, el cual surgió en el año 661 d.C. en lo que hoy es Siria. Durante su apogeo, el califato se extendió desde el Mar Negro hasta el Mediterráneo y del sur de la península Ibérica hasta el oeste de la India. El poder de los omeyas fue sucedido por el califato abasí, que se estableció en el año 750 d.C. en Bagdad. Durante su apogeo, el califato abasí abarcó el norte de África, el centro y el sur de España, el sur de Francia, el sur de Italia, el este de Turquía, el este de Egipto, el sur de Arabia y el noroeste de la India. Los territorios musulmanes también se extendieron durante los siglos posteriores, y durante el siglo XI, el califato de los selyúcidas era el más poderoso de todos. El califato de los selyúcidas abarcó el suroeste de la actual Turquía, el sur de Irán, Iraq, Siria y partes de la península Arábiga. Más tarde, los otomanos se hicieron con el control de la mayor parte de los territorios musulmanes, extendiendo su poder desde el Mar Negro hasta el Mar Rojo. Los territorios otomanos también se extendieron hacia el norte, tomando el control de todos los territorios musulmanes en el norte de África, incluyendo los de Egipto y Libia. Los otomanos también llegaron a extenderse hacia el este, hasta la península Arábiga.