La Cueva de Altamira, situada en Santillana del Mar (Cantabria, España), fue descubierta en 1868 por un cazador. En su interior, se encontraron unas pinturas rupestres que sorprendieron al mundo entero.
Las pinturas, realizadas en el Paleolítico Superior, muestran figuras de animales como bisontes, ciervos y caballos, así como manos y signos abstractos. La calidad artística de las pinturas es impresionante, lo que llevó a que la cueva fuera conocida como "la Capilla Sixtina del arte rupestre".
El descubrimiento de estas pinturas causó un gran revuelo en la comunidad científica y en la sociedad en general. Se abrió un debate sobre la capacidad artística y cultural de los hombres primitivos y sobre la forma en que vivían. También despertó el interés de los arqueólogos y antropólogos por estudiar las pinturas y su contexto.
No obstante, el acceso a la cueva se convirtió en un problema, ya que la cantidad de visitantes y la humedad amenazaron seriamente la conservación de las pinturas. Por esta razón, en 1979 se decidió cerrar la cueva al público.
A pesar de ello, se han encontrado otros yacimientos con pinturas similares en diferentes partes del mundo, lo que demuestra que los hombres primitivos tenían un gran talento artístico y que las cuevas eran lugares sagrados para ellos.
La cueva de Altamira fue descubierta en el año 1879 por un cazador cántabro llamado Modesto Cubillas en compañía de su hijo. Ese día, mientras cazaban conejos, se percataron de que su perro había desaparecido. Al buscarlo, llegaron a la entrada de la cueva y se dieron cuenta de que había algo especial allí dentro.
Tras explorarla un poco, decidieron avisar al hombre que les había vendido las tierras donde se encontraba la cueva, un arqueólogo llamado Marcelino Sanz de Sautuola, quien no les tomó en serio al principio. Fue hasta tres años después, en 1881, cuando Sanz de Sautuola decidió visitar la cueva y descubrir por sí mismo lo que allí se escondía.
Lo que encontró Sanz de Sautuola en la cueva de Altamira lo dejó sin palabras. En sus paredes encontró unas pinturas rupestres de más de 14.000 años de antigüedad que representaban a diversos animales. Fue un hallazgo sin precedentes y que sirvió para cambiar la historia del arte prehistórico.
A pesar de ser un descubrimiento increíble, Sanz de Sautuola recibió muchas críticas y burlas por parte de sus colegas de la época debido a la antigüedad de las pinturas. Incluso se llegó a decir que él mismo había falsificado las obras para hacerse famoso. Fue solo después de su muerte cuando se comprobó que había descubierto una auténtica joya arqueológica.
De esta forma, Sanz de Sautuola pasó a la historia como el descubridor de la cueva de Altamira y las pinturas rupestres que allí encontró. Pese a los problemas que tuvo que enfrentar en su momento, su hallazgo es hoy en día uno de los mayores hitos del arte prehistórico y una de las atracciones turísticas más importantes de Cantabria.
Incluso con la tecnología moderna disponible hoy en día, sigue siendo un misterio quién vivió en la cueva de Altamira, en el norte de España, y creó las impresionantes pinturas rupestres que se encuentran en su interior.
Se estima que estas pinturas tienen hasta 20,000 años de antigüedad, lo que significa que fueron hechas por los primeros habitantes de la región durante la Edad de Piedra.
Algunos expertos sugieren que los responsables de estas obras maestras eran cazadores-recolectores nómadas que habitaron la región durante miles de años y que desarrollaron técnicas innovadoras para crear pinturas en las paredes de las cuevas.
Aunque se han encontrado diferentes utensilios utilizados por estos habitantes de la Edad de Piedra en cuevas cercanas, permanece desconocido quiénes eran exactamente estos artistas y cómo lograron crear estas pinturas tan detalladas en la oscuridad de la cueva de Altamira.
Las cuevas de Altamira son un tesoro arqueológico ubicado en España que ha cautivado a muchos visitantes a lo largo de los años. Contienen las pinturas rupestres más antiguas y famosas del mundo, y son un ejemplo impresionante del arte paleolítico. Sin embargo, la pregunta que muchos se hacen es, ¿cuándo se cerraron estas cuevas al público?
En realidad, las cuevas de Altamira han sido un lugar limitado al acceso público durante gran parte de su historia. A finales del siglo XIX, se abrieron al público por primera vez, pero después de unos pocos años, se cerraron debido a las preocupaciones sobre su preservación. Fue solo en la década de 1970 que se volvieron a abrir, aunque con restricciones.
Sin embargo, en 2002 se tomaron medidas más extremas para proteger las cuevas de Altamira. En ese año, se cerraron las cuevas por completo a los visitantes, excepto para unos pocos días al año, como parte de una celebración especial. Esto se hizo para preservar aún más las pinturas y evitar el daño que la presencia humana podría causar.
Hoy en día, las cuevas de Altamira siguen cerradas al público en general, pero se han construido una réplica cercana para que los visitantes puedan experimentar el arte rupestre en un contexto controlado. Con esta medida, se garantiza la preservación y protección de las cuevas originales, mientras que todavía se mantiene su impacto cultural en la sociedad moderna.
Las cuevas de Altamira fueron descubiertas por casualidad en el año 1879 por el arqueólogo Marcelino Sanz de Sautuola, cuando paseaba por la zona acompañado por su hija de 8 años.
La cueva se encuentra situada en la localidad de Santillana del Mar, en el norte de España. Su acceso es a través de una pequeña entrada que da lugar a una galería que se sumerge en la oscuridad.
Fue gracias a la luz de una antorcha que el arqueólogo y su hija pudieron apreciar las increíbles pinturas rupestres que decoran las paredes de la cavidad. Desde entonces, las cuevas de Altamira se convirtieron en uno de los lugares más visitados y populares del mundo de la arqueología y la historia.