La guerra civil fue uno de los conflictos más sangrientos y devastadores de la historia de Estados Unidos. Se desarrolló entre 1861 y 1865, y enfrentó a los estados del norte y del sur. Estimaciones conservadoras sugieren que más de 620.000 soldados perdieron la vida durante esta guerra, lo que la convierte en la guerra que más bajas tuvo en la historia de Estados Unidos. Esta cifra es una estimación conservadora, ya que algunas estimaciones sugieren que el número real de muertes fue aún mayor.
En su mayor parte, los soldados murieron debido a heridas de combate y enfermedades relacionadas con la guerra. Algunas enfermedades comunes incluían el tifus, la disentería y el cólera. Estas enfermedades se propagaron rápidamente entre los soldados debido a la falta de limpieza, el agua contaminada y la mala alimentación. La falta de atención médica adecuada también contribuyó al alto número de muertes. La mitad de los soldados fallecidos no murieron en el campo de batalla, sino en hospitales o campamentos de enfermos.
Un gran número de soldados murió en prisiones militares. Esto se debió principalmente a la falta de alimentos y agua adecuados, así como a los entornos insalubres. Los campos de prisioneros eran sobrepoblados y había una falta de recursos para satisfacer las necesidades de los prisioneros. Esto provocó una disminución de la inmunidad de los prisioneros, que a su vez les hizo más susceptibles a enfermedades y lesiones. Estas condiciones contribuyeron a un gran número de muertes en los campos de prisioneros.
En definitiva, el número exacto de soldados que murieron durante la guerra civil estadounidense nunca se conocerá con seguridad. Sin embargo, se estima que más de 620.000 soldados murieron durante la guerra, lo que la convierte en la guerra con más muertes de la historia de Estados Unidos.