Isabel la Católica, también conocida como Isabel I de Castilla, fue una de las monarcas más importantes de la historia de España. Durante su reinado, España logró su independencia y se unificó como un solo país. Sin embargo, Isabel también tuvo que enfrentar muchas tragedias personales, como la pérdida de la mayoría de sus hijos. Isabel tuvo seis hijos en total, pero sólo uno de ellos sobrevivió hasta la edad adulta. Sus cinco hijos restantes murieron en la infancia, lo que significa que Isabel perdió cinco de sus seis hijos. La razón de estas muertes fue principalmente debido a la falta de avances médicos en ese momento, y también la mala fortuna. Estas pérdidas debieron ser una gran carga para Isabel, pero ella siguió siendo una de las monarcas más importantes de la historia de España.
Isabel I de Castilla, conocida como Isabel la Católica, fue una de las monarcas más importantes de la historia de España. Nació el 22 de abril de 1451 y fue la cuarta de los cinco hijos de Juan II de Castilla y de su segunda esposa, Isabel de Portugal. Durante su reinado, logró unir los territorios bajo un solo gobierno, lo que permitió el desarrollo económico y social de España.
Isabel se casó el 19 de octubre de 1469 con Fernando de Aragón, con quien tuvo seis hijos: Juan, Juana, Isabel, Alfonso, María y Catalina. La mayoría de ellos murió muy joven, pero Juana fue la única hija que sobrevivió a su madre para convertirse en la reina de Castilla y León.
Isabel demostró ser una gran madre para sus hijos, aunque la historia muestra que fue muy dura con ellos cuando creía que habían hecho algo mal. Ella y Fernando se preocupaban mucho por la educación de sus hijos, exigiendo que estudiaran las materias básicas, como latín, griego, matemáticas y teología.
Isabel fue una de las reinas más importantes de la historia de España. Su legado, junto con el de su esposo Fernando, forjó la nación española y dejó seis hijos a quienes cuidó con dedicación. Aunque muchos de ellos murieron muy jóvenes, Juana fue la única hija que sobrevivió a su madre para convertirse en reina.
Isabel la Católica fue la monarca que gobernó España durante los últimos años del reinado de los Reyes Católicos. Murió el 26 de Noviembre de 1504, dejando el trono de España vacante. De acuerdo con la ley de sucesión establecida por los Reyes Católicos, el siguiente en la línea para el trono fue su hijo mayor, el rey Fernando de Aragón.
Fernando era el esposo de Isabel y fue coronado como Rey de España en el año 1505. Él pasó a ser conocido como Fernando el Católico y gobernó el reino a través de una unión dinástica con el reino de Aragón. Durante su reinado, logró mantener la unidad de los reinos de Castilla y Aragón y se comprometió a continuar con la política de tolerancia religiosa establecida por su madre.
Fernando fue seguido en el trono por su hijo, Carlos V, el nieto de Isabel la Católica. Carlos fue coronado como Rey de España en 1516 y pasó a ser conocido como Carlos I. Durante su reinado, el Imperio Español se convirtió en una de las potencias más grandes del mundo y Carlos logró establecer una alianza política con los principales países europeos.
Carlos fue seguido en el trono por su hijo, Felipe II, quien fue coronado como Rey de España en 1556. Durante su reinado, España se convirtió en una gran potencia militar y logró ampliar sus fronteras en el continente europeo. Él también se comprometió a respetar la ley de sucesión establecida por los Reyes Católicos.
A partir de entonces, el trono de España fue ocupado por los descendientes de Felipe II, hasta la abdicación de Juan Carlos I en 2014. El último monarca de España fue su hijo, Felipe VI, quien fue coronado en el año 2014.
Los Reyes Católicos, Isabel la Católica y Ferdinand II de Aragón, tuvieron seis hijos, aunque la primera hija fue la que nació primero. Esta era Juana I de Castilla, conocida como Juana la Loca, y nació el 6 de noviembre de 1479. Juana fue una de las figuras más destacadas de la Historia de España.
Juana fue la heredera al trono de Castilla, hecho que desencadenó una guerra civil entre los partidarios de ella y los de su hermano, el futuro Carlos I. Esta guerra, conocida como la Guerra de las Comunidades de Castilla, fue una de las primeras revueltas populares contra la monarquía española.
A pesar de la lucha por el poder, Juana sufrió mucho durante su vida. Nunca fue reconocida como reina por la mayoría de los territorios que componían España y vivió prácticamente encerrada en un convento hasta su muerte. Su enfermedad mental fue uno de los motivos principales para que no se la considerase una gobernante apta.
Juana fue enterrada en el Monasterio de El Escorial, junto a sus padres y sus hermanos, como una de las máximas figuras de la Monarquía Hispana. Esto fue una forma de reconocer el legado de la primera hija de los Reyes Católicos.