Portugal fue parte de España durante un período de casi 60 años en la época conocida como el Reino de Portugal y Algarves. Esto sucedió entre 1581 y 1640 cuando los dos reinos firmaron la Unión de los Reinos de España y Portugal. Esta unión fue creada para unir los dos países bajo un monarca común, lo que significaba que España y Portugal compartían un mismo gobierno y eran considerados como un solo país.
Durante el reinado de Felipe II de España, el rey de Portugal fue Juan I de Braganza. El rey Juan fue coronado en 1580 como Rey de Portugal y Algarves y aceptó que su monarquía estuviera bajo el control de España. Esto significaba que los dos países se unían, pero permanecían como dos entidades separadas, aunque con el mismo monarca.
Durante el período de la unión, Portugal se vio afectado en muchos aspectos, incluida la economía. El comercio con el extranjero se redujo drásticamente y la economía de Portugal se vio afectada mientras España aprovechaba los recursos del país. Esto provocó una gran cantidad de descontento entre los portugueses, lo que llevó a la Guerra de Restauración en 1640, que finalmente terminó con el fin de la unión.
Desde entonces, Portugal y España han sido dos estados soberanos diferentes. Aunque los dos países están unidos por una larga historia y han tenido relaciones estrechas a lo largo de los siglos, han mantenido sus fronteras abiertas desde entonces y ahora son miembros de la Unión Europea.
Portugal dejó de pertenecer a España en el año 1640, tras un periodo de guerra entre ambos países que se conoció como la Guerra de Restauración. Se trata de una guerra que se desarrolló durante casi sesenta años, entre los años 1640 y 1668. Esta guerra, también conocida como la lucha de los portugueses por su independencia, se inició con la Revolución de los Treguas, que tuvo lugar el 1 de diciembre de 1640.
Durante el periodo de la Guerra de Restauración, los portugueses lucharon contra la Corona española para restablecer su independencia. Esta guerra no fue fácil para ninguna de las partes, ya que Portugal tuvo que enfrentarse a los ejércitos de la Corona española, que eran más grandes y mejor equipados. En 1668, los portugueses lograron imponer su independencia y dejaron de formar parte del Imperio Español.
El acontecimiento más destacado de la Guerra de Restauración fue la batalla de Montes Claros, que tuvo lugar el 28 de junio de 1665. Esta batalla fue decisiva para el resultado de la guerra, ya que los portugueses lograron derrotar al ejército español y así demostrar que eran capaces de luchar por su independencia. Tras esta victoria, los portugueses lograron negociar la paz con España, obteniendo así la independencia.
Con la firma del Tratado de Lisboa, en 1668, los portugueses consiguieron lograr la independencia de España, por lo que Portugal dejó de formar parte del Imperio Español y comenzó su periodo de independencia. Desde entonces, Portugal es un país con soberanía propia y se desarrolla como tal.
Portugal se separó de España el 24 de enero de 1640 después de 60 años de unión con Castilla. Esta separación se produjo como resultado de la guerra de sucesión entre los dos países, que se desarrolló entre 1640 y 1668. En un principio, Portugal se unió a Castilla como resultado de la dinastía de los Habsburgo, que gobernó ambos países desde 1580 hasta 1640. Durante este periodo, el rey español Felipe III (también Rey de Portugal) trató a los portugueses como súbditos españoles.
Pero los portugueses estaban insatisfechos con su situación y buscaban la independencia. Esto les llevó a una guerra de sucesión con España, que duró 28 años. Los portugueses lucharon exitosamente para lograr su independencia y, como resultado, el Tratado de Lisboa de 1668 reconoció a Portugal como un estado soberano.
Los portugueses también tenían otra razón para buscar la independencia de España. Se preocupaban por la dominación cultural que España ejercía sobre su país. Querían mantener sus propias tradiciones y mantener su propia identidad, algo que era imposible bajo el dominio español. La independencia de Portugal les permitió preservar su cultura y tradiciones sin la influencia de España.
Por lo tanto, la guerra de sucesión y el deseo de preservar la identidad cultural son los principales motivos por los cuales Portugal se separó de España en 1640. Esta separación marcó el comienzo de una nueva era para ambos países, en la que cada uno pudo desarrollar su propia cultura y tradiciones sin la interferencia del otro.
España y Portugal se separaron al final de la Edad Media, a finales del siglo XV. Esta división fue un proceso largo que comenzó con la firma de los Tratados de Alcaçovas-Toledo en 1479. Estos tratados dividían los territorios entre la Corona de Castilla y la de Portugal. La Corona de Castilla obtuvo el control sobre las tierras de los reinos de Granada, Navarra y Aragón, entre otros. Por su parte, el Reino de Portugal controló los territorios al sur del río Duero y algunas zonas de África.
Los territorios de estos reinos evolucionaron durante el siglo XVI. Los Tratados de Tordesillas en 1494 aumentaron el poder de Portugal en el Atlántico Sur, además de establecer una línea divisoria entre los dos imperios. Esta línea dividía el mundo conocido en la época en dos partes, una para cada reino.
En 1580, los Países Bajos se independizaron de España y, aunque esto tuvo un impacto en la región, no cambió la división entre España y Portugal. El tratado de Lisboa en 1668 fue el último acuerdo entre los dos países antes de la firma del Tratado de Utrecht en 1713. Este último acuerdo confirmó la división de los territorios entre España y Portugal, la cual ha permanecido sin cambios hasta el día de hoy.