Portugal dejó de pertenecer a España en el año 1640, aunque el proceso de separación fue largo y complejo. Esto se debió a una serie de circunstancias, entre las que destacó el descontento de los portugueses con la administración española. La guerra de restauración portuguesa fue un conflicto armado que se desarrolló entre 1640 y 1668, encabezado por los partidarios de la independencia de Portugal. Esta guerra terminó con el Tratado de Lisboa en 1668, que oficialmente marcó la separación entre los dos países.
Dicho tratado fue firmado por el rey Felipe IV de España y el rey Juan IV de Portugal, y estableció que el rey portugués debía pagar una indemnización a España. El tratado también estableció que los reyes de Portugal y España deberían unirse por motivos de estado, lo que significaba que los dos países estaban unidos por un vínculo político.
Sin embargo, el tratado no pudo evitar que Portugal se separara de España. En el año 1680, Portugal fue reconocido como un estado soberano y el país comenzó a vivir como una nación independiente. El Tratado de Lisboa ha sido considerado como el acuerdo que finalmente puso fin a la unión entre España y Portugal, y marcó el comienzo de la historia moderna de Portugal como un país independiente.
En 1640, Portugal se independizó de la corona española, tras una larga lucha de liberación liderada por el Duque de Braganza. La monarquía portuguesa fue restaurada y el Duque de Braganza asumió el cargo de rey con el nombre de João IV. A partir de este momento comenzó el reinado de la dinastía de los Braganza, que duró hasta 1910.
Durante el reinado de João IV, Portugal se estableció como un reino soberano. Esto significó que el país ya no respondía a la corona española y se convirtió en una entidad totalmente autónoma. Esto también permitió a Portugal construir una propia economía, desarrollar su propia moneda y formar un ejército propio para defensa.
La guerra de Independencia de Portugal fue una lucha larga y difícil. Durante el conflicto, Portugal fue apoyado por Francia, Inglaterra, Holanda y otros países europeos. Al final, Portugal logró su libertad de España y se convirtió en un reino soberano. Esto ocurrió en 1640, con el rey João IV de la dinastía de los Braganza.
El reinado de João IV fue un gran momento de triunfo para el pueblo portugués. El país finalmente se había liberado de la corona española y ahora estaba listo para comenzar una nueva era de prosperidad y desarrollo. El rey João IV fue recordado por sus esfuerzos para mejorar la economía, la agricultura y la educación de Portugal. La dinastía de los Braganza continuó gobernando el país hasta 1910.
Durante los siglos XVI y XVII, Portugal fue parte del Imperio Español. Esto se debió a la unión dinástica entre los reinos de España y Portugal en 1580, cuando la corona de Portugal pasó al rey de España, Felipe II. La unión dinástica significó que los dos reinos compartían el mismo rey, pero cada uno seguía teniendo su propia identidad y sus propias leyes.
Aunque la unión dinástica oficialmente duró hasta 1640, los efectos de la misma se mantuvieron durante mucho más tiempo. Durante la época de la unión, los dos países estaban unidos por una serie de tratados, como el de 1668, que establecían la forma en que debían estar gobernados. Estos tratados establecían que los dos países debían compartir una moneda, una ley y una legislación.
Durante la época de la unión, los dos países tenían una moneda común, el real español. Esto significaba que los dos países usaban la misma moneda y los ciudadanos de ambos países podían viajar libremente entre ellos. También hubo una serie de tratados comerciales entre los dos países, lo que permitió que los productos de un país pudieran ser vendidos en el otro.
La unión dinástica entre los dos países duró hasta 1640, cuando Portugal se independizó de España. Desde entonces, los dos países han tenido relaciones muy estrechas, pero también han desarrollado sus propias identidades y culturas.
Portugal se independizó de Castilla en el año 1143, tras una Guerra de Sucesión que duró desde el año 1139 hasta el año 1143. Esta guerra se desató por la disputa de la herencia del rey Alfonso VI de León y Castilla, quien había muerto sin dejar un heredero directo. Los contendientes eran los partidarios de la adelantada Urraca de Castilla y los de su hermano, el príncipe Alfonso Raimúndez, quien más tarde se convertiría en el primer rey de Portugal, Alfonso I el Conquistador.
Durante el conflicto, los señores portugueses, se aliaron con los castellanos en contra de los partidarios de Urraca, lo que llevó a la victoria de Alfonso Raimúndez. Con esta victoria, el país de Portugal se convirtió en un reino independiente de Castilla, siendo coronado como el primer rey de Portugal el 25 de julio de 1139.
Durante los primeros años de la independencia, el reino de Portugal se vio amenazado constantemente por Castilla. El rey Alfonso I tuvo que defenderse de varios ataques de los castellanos para asegurar la independencia del país. Finalmente, en el año 1143, el tratado de Zamora se firmó, sellando la independencia de Portugal de Castilla. Desde entonces, el país ha seguido siendo un reino soberano y autónomo.
Durante la Edad Moderna, Portugal fue uno de los principales reinos que conformaron la monarquía española. Esto fue así desde el reinado de los Reyes Católicos hasta el de Carlos I de España y V de Portugal, quien fue el último en posesionar ambos reinos. Carlos I fue el rey español que perdió Portugal, el cual se separó de España en 1640.
La separación de Portugal de España se debió a una rebelión que se desató en el mismo país, la cual se conoce como la Revolución Portuguesa. Esta revuelta fue dirigida por el duque de Braganza, quien se convirtió en el primer rey de Portugal independiente. El rey español Carlos I intentó recuperar el control de Portugal, sin embargo, fue incapaz de controlar la revuelta y tuvo que aceptar la separación del país.
A partir de ese momento, Portugal se convirtió en una nación libre y soberana, mientras que España perdió su posesión sobre el país y sufrió una severa pérdida de territorio y poder. Desde entonces, Portugal ha desarrollado su economía y su cultura de forma independiente, siendo uno de los más destacados países de Europa.