La Revolución Francesa fue una serie de acontecimientos políticos, sociales y militares que tuvieron lugar entre 1789 y 1799 en Francia y transformaron radicalmente la cultura, la política y el sistema de gobierno de aquel país, cuyas consecuencias se extendieron más allá de sus fronteras.
Su inicio se remonta a los disturbios populares de mayo de 1789, cuando la nobleza y el clero se negaron a aceptar cualquier cambio en el sistema de impuestos y los trabajadores se vieron excluidos de los debates en el Parlamento. Esto provocó la formación de una asamblea nacional, compuesta por representantes de los tres Estados: clero, nobles y tercer Estado. El objetivo inicial de esta asamblea era reformar el gobierno con el fin de adecuarlo a los cambios sociales que estaban ocurriendo.
La asamblea nacional decidió abrogar el sistema de privilegios de la nobleza y el clero y estableció una nueva constitución que garantizaba la igualdad de derechos a todos los ciudadanos. Esto provocó una reacción violenta de los grupos conservadores que vieron amenazados sus privilegios. Esto desencadenó una serie de conflictos entre los grupos revolucionarios y los conservadores que se extendió a toda la nación.
A medida que la revolución progresaba, los revolucionarios ganaron cada vez más poder y se adueñaron del gobierno. Esto provocó un movimiento de reformas radicales que cambiaron el sistema de gobierno y la estructura social de Francia. La Revolución Francesa fue uno de los mayores cambios políticos de la historia europea y sus efectos se extendieron por todo el continente.