La Guerra de Sucesión Austriaca fue un conflicto armado que tuvo lugar durante la primera mitad del siglo XVIII en Europa, entre el año 1740 y 1748. Esta guerra fue una disputa entre dos grandes potencias europeas, Austria y Prusia, por el control de los territorios del Sacro Imperio Romano Germánico. El conflicto se originó después de la muerte del emperador austriaco Carlos VI, en el año 1740.
De acuerdo con las leyes de sucesión establecidas por Carlos VI, su hija María Teresa debería acceder al trono después de su fallecimiento. Sin embargo, el rey prusiano Federico II vio una oportunidad para aumentar su poder y anexarse los territorios del Sacro Imperio Romano Germánico. Entonces, Federico II invadió algunos territorios del imperio austriaco y declaró una guerra de sucesión.
Durante los próximos ocho años, se desarrolló una contienda bélica entre dos grandes potencias europeas. El conflicto se extendió a casi todos los países de Europa, ya que muchos otros Estados se aliaron con los contendientes. Finalmente, el tratado de paz de Aix-la-Chapelle, firmado en 1748, puso fin a la guerra. María Teresa conservó el trono de Austria y Prusia se quedó con los territorios anexados.
Aunque la guerra de sucesión fue uno de los conflictos más importantes de la primera mitad del siglo XVIII, también tuvo un gran impacto en los países involucrados. Los territorios del Sacro Imperio Romano Germánico fueron devastados por la guerra y los años de conflicto armado provocaron graves daños a los Estados europeos participantes. Además, el tratado de paz de Aix-la-Chapelle estableció el equilibrio de poder en Europa hasta la Revolución Francesa de 1789.