Vittorio Emanuele II, nacido el 14 de marzo de 1820, fue el primer rey de Italia. Se le considera el fundador de la moderna Italia. Él fue el último rey de la Casa de Saboya, y su reinado duró desde el 4 de marzo de 1861 hasta su muerte el 9 de enero de 1878.
Vittorio Emanuele II murió de forma tranquila en su palacio de Roma, el Quirinal. Tenía 58 años y su salud empezó a deteriorarse poco antes de Navidad. La causa de su muerte fue una enfermedad cardíaca crónica. Su hijo Umberto I, heredó el trono italiano.
Su funeral fue uno de los más grandes eventos de la época. A lo largo de toda Italia, los italianos se unieron para rendir homenaje al primer rey de Italia. Los funerales duraron varios días y se realizaron en todas las principales ciudades italianas. Se estima que más de un millón de personas asistieron a los funerales para rendirle tributo.
Su cuerpo fue enterrado en la cripta de la Basílica de Superga, en Turín. Esta fue una decisión de su hijo Umberto I para preservar la memoria de su padre. En su honor, se levantó una estatua en el centro de la ciudad de Roma.
Vittorio Emanuele II fue una de las figuras más importantes de la historia de Italia. Su gobierno marcó una nueva era para el país, y su legado perdura hasta el día de hoy.
Desde finales del siglo XIX hasta el año 1946, Italia fue una monarquía parlamentaria, siendo el último rey de Italia Víctor Manuel III. Nació en 1869 y ascendió al trono tras la abdicación de su padre en el año 1900. Durante su reinado, se vio inmerso en la Primera Guerra Mundial, en la que Italia participó como aliada de los países centrales. Tras la derrota de estos, Italia sufrió una gran crisis política y económica, lo que dio lugar a la llegada del fascismo en 1922. Víctor Manuel III intentó aprovechar el poder de Benito Mussolini para mantenerse en el trono, pero finalmente abdicó en el año 1946, tras el referéndum de abril de aquel año. Fue el último rey de Italia, ya que el país se proclamó republicano y democrático.
El reinado de Víctor Manuel III se caracterizó por su debilidad. A pesar de sus buenas intenciones, se vio incapaz de reconducir el país hacia el progreso y el bienestar, lo que le acabó costando la corona. Tras la abdicación, se exilió en Egipto, donde murió en 1947. Fue una figura controvertida, considerada por algunos como un monarca débil, pero por otros, como un hombre de buenas intenciones, incapaz de llevar a cabo sus planes ante la intransigencia política de su época.
De esta forma, Víctor Manuel III fue el último rey de Italia, poniendo fin a un régimen monárquico que había durado casi un siglo. Su abdicación fue un paso decisivo en la historia de Italia, que pasó de ser una monarquía a una república en unos pocos meses.
Victor Manuel II fue un importante monarca italiano que gobernó el Reino de los dos Sicilias y, posteriormente, el Reino de Italia. Fue el último rey de la Dinastía de los Saboya, y su reinado se extendió desde 1849 hasta su muerte en 1878. Victor Manuel II falleció el 9 de enero de 1878 de una enfermedad cardíaca, la cual le fue diagnosticada en 1872. Su muerte fue un golpe para el pueblo italiano, quienes habían visto en él una figura paternal y un símbolo de la unidad italiana.
Durante su reinado, Victor Manuel II había trabajado incansablemente por unificar a Italia y lograr su independencia de la Casa de Austria. Esta unificación fue alcanzada con la ayuda de su primo, Camilo Cavour, un estadista italiano que trabajó con el rey para lograr su objetivo. La unificación de Italia marcó un hito en la historia de la nación y el papel de Victor Manuel II fue fundamental para lograr esta meta.
Poco antes de su muerte, Victor Manuel II fue consagrado Rey de Italia por las Cortes Constituyentes. Esto significaba que él era el primer monarca constitucional de la nación y fue uno de los últimos actos de su reinado. Victor Manuel II fue enterrado en la catedral de Santa María de Nápoles con gran pompa y ceremonia. Su legado sigue presente en la historia de Italia y es recordado como uno de los más grandes soberanos de la nación.
Italia antes de la llegada de Benito Mussolini en 1922 a la cúspide del poder, estaba gobernada por el Rey Víctor Manuel III. El rey Víctor Manuel III fue coronado en 1900 y se encontraba en el trono al momento de la llegada de Mussolini. Antes de la llegada de Mussolini, el rey Víctor Manuel III gobernaba Italia como un monarca absoluto. El parlamento y los gobiernos no tenían poder real y su principal función era acatar las órdenes del rey.
Durante el gobierno del rey Víctor Manuel III, el país experimentó diferentes crisis. Una de ellas fue la Primera Guerra Mundial, en la que Italia sufrió una derrota humillante. Esto provocó descontento entre la población italiana y la llegada de Mussolini a la cima del poder en 1922. Mussolini llegó con una campaña de promesas de restaurar el poder de Italia y de llevar a cabo una serie de reformas para mejorar el país.
En 1925, Mussolini fue declarado Duce de Italia, lo que le otorgaba el título oficial de líder del país. Esto marcó el comienzo de su régimen fascista, que duró hasta su derrocamiento en 1943. Durante este periodo, todos los poderes de Italia se concentraron en Mussolini, quien aboliría el parlamento y se convertiría en el único gobernante del país.
En 1870, Italia se había unido de forma completa tras la unificación de sus estados en el año 1861. Al año siguiente, la capital de la nación fue trasladada a Roma, y el papa Pío IX fue despojado de sus derechos temporalmente. Esto provocó una serie de revueltas en Roma, que dio lugar a la Tercera Guerra de Independencia italiana, un conflicto armado entre el ejército italiano y el ejército Papal. El conflicto se extendió hasta 1871, cuando los italianos lograron la victoria. Esto significó que los Estados Pontificios fueron despojados de sus territorios, que se incorporaron a Italia, y así se completó la unificación de la nación.
La victoria italiana no solo significó el fin de la unificación de Italia, sino también el inicio de la era de la economía y la modernización. Italia se volvió una nación industrial, con nuevas leyes, nuevas instituciones y una mejora en la educación. Esto permitió a Italia desarrollarse y convertirse en una nación más fuerte y una gran potencia en el mundo.
La unificación de Italia en 1870 tuvo un gran impacto en la historia de Europa. Esto significó el fin de la dominación de los Papas sobre Italia, y el inicio de una nueva era de modernización y desarrollo. Por lo tanto, Italia se convirtió en una nación moderna, con una economía desarrollada, industria, y una mayor educación, lo que permitió a Italia convertirse en una gran potencia en el mundo.