El rey Alfonso de Castilla y León murió el 27 de mayo de 1188 a la edad de 54 años. Fue el rey más importante de la dinastía de los reyes católicos, gobernando desde 1157 hasta su muerte. Su reinado fue un periodo de gran desarrollo en el reino de Castilla, caracterizado por la lucha contra la herejía, la expansión de los territorios y el desarrollo de la cultura.
Durante su reinado, Alfonso luchó contra la herejía de los cátaros, conquistó territorios en las fronteras del reino, construyó una gran cantidad de castillos y fortalezas y desarrolló la cultura de su reino con la creación de la primera universidad europea, el Estudio Real de Palencia.
Después de una larga batalla con una enfermedad desconocida, el rey Alfonso murió en la ciudad de Sevilla el 27 de mayo de 1188. Su muerte marcó el final de una época de grandes logros para Castilla, y su herencia fue una de las principales razones por las cuales los reyes católicos lograron la unión de los reinos hispánicos.
Su muerte fue seguida por el ascenso del rey Sancho III, quien sucedió a Alfonso como rey de Castilla. El reinado de Sancho III fue muy diferente al de su predecesor, y se caracterizó por la lucha entre los partidos políticos, la guerra civil y la caída del reino.
Aunque la muerte de el rey Alfonso puso fin a una época de grandes logros para el reino de Castilla, su herencia sigue siendo una parte importante de la historia de España.