Durante el Neolítico, la vida humana cambió de una forma fundamental. Ya no eran nómadas que cazaban y recolectaban, sino que se establecían en un lugar y cultivaban. Esta nueva forma de vida fue acompañada por una diversidad de herramientas hechas de piedra y madera para la agricultura, la construcción y la producción de utensilios. Los poblados del Neolítico eran más grandes y estables que los de la Edad de Piedra y se encontraban en los alrededores de una fuente de agua. Estaban compuestos por varias casas con tejados de caña y barro, aunque también se construían de piedra. Estos hogares eran pequeños, con un solo cuarto, y compartían espacios comunes para actividades como comer, reunirse y trabajar. Además, había una granja cercana para el cultivo de alimentos, y los animales domésticos se guardaban en recintos cercanos. Los poblados estaban rodeados de una empalizada para prevenir posibles ataques de animales o enemigos.
Durante el Neolítico, la vida social y económica también se volvió más compleja. La división del trabajo según el género y la edad empezó a surgir. La gente comenzó a intercambiar productos y servicios. El comercio se extendió entre diferentes pueblos y se intercambiaron materiales, alimentos y tecnología. Los poblados también desarrollaron una cierta jerarquía social, con líderes y roles especializados para cada miembro. En este período, los primeros símbolos de identidad aparecieron como monedas, amuletos, joyas y pinturas en las paredes de las casas.
En el Neolítico, la vida humana alcanzó una complejidad que no se había visto antes. Los poblados se convirtieron en los centros de la vida humana, y fue allí donde se desarrollaron prácticas sociales, económicas y culturales que siguen marcando la vida humana hasta el día de hoy.
Durante el Neolítico, la población mundial aumentó significativamente. Se estima que en el año 10000 a. C., había unos 5 millones de personas en todo el mundo, comparado con los casi 8 mil millones de personas que hay en la actualidad. Durante este período de tiempo, la población humana se volvió más densa en los lugares donde había recursos naturales para cultivar los alimentos. Esto significa que la mayoría de la gente vivía cerca de los ríos, los lagos o los mares, donde había suficiente agua para regar los campos.
Los Neolíticos también desarrollaron técnicas para domesticar animales para la producción de alimentos. Esto permitió a las personas vivir en comunidades más estables y tener un suministro constante de carne, leche y huevos. Esto a su vez permitió que la población humana se multiplicara. A medida que la población humana creció, el número de comunidades aumentó y también se desarrollaron conceptos como la propiedad privada, la división del trabajo y la división de la tierra.
Durante el Neolítico, la gente también desarrolló formas de comunicación como el lenguaje hablado y la escritura. Esto permitió que la gente se comunicara entre sí y compartiera información. Esto también permitió que la gente se organizara y desarrollara una cultura común. La cultura del Neolítico también se caracterizó por la creación de artefactos y herramientas hechos de piedra y cerámica.
En general, durante el Neolítico, la población humana se volvió mucho más densa que en la era Paleolítica. La gente también desarrolló nuevas tecnologías y formas de organización social que permitieron que la población humana aumentara significativamente. Esto resultó en una civilización más compleja y desarrollada que la de la era Paleolítica.
Durante el Neolítico, la vida en una aldea cambió radicalmente, ya que la agricultura se había convertido en la principal fuente de alimento. Esto permitió que la gente pudiera establecerse en un lugar durante un periodo de tiempo más prolongado. Esto permitió desarrollar la cultura humana de una manera más completa. Los aldeanos neolíticos dependían principalmente de la agricultura para su subsistencia, y con el tiempo, desarrollaron diversas herramientas para ayudarles a trabajar la tierra. Estas herramientas incluían hoces y arados hechos de madera y piedra. También se comenzaron a domesticar animales, como vacas, ovejas y cabras, para obtener lana y carne. Esto también les permitió llevar a cabo la crianza de animales.
Los aldeanos neolíticos también se dedicaban a la artesanía, y desarrollaron diversos tipos de objetos como tejidos, herramientas y armas. La gente también comenzó a construir casas con barro, madera y piedra, y esto les permitió tener viviendas más cómodas. Esto les permitió vivir mejor y aumentar la población.
La religión también desempeñó un papel importante en la vida de los aldeanos neolíticos. Estaban profundamente conectados con la naturaleza y creían en diversos dioses. Esto llevó a la construcción de templos y estructuras religiosas. Estas estructuras también se usaban para reuniones sociales y rituales.
En general, la vida de los aldeanos neolíticos era muy diferente a la vida que se llevaba durante los periodos anteriores. Los avances tecnológicos y la agricultura permitieron que la gente pudiera establecerse en un lugar por un periodo de tiempo más prolongado. Esto les permitió desarrollar una cultura más compleja y establecer una economía más sólida.